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martes, 7 de agosto de 2018

La Familia; construcción social o impulso biológico


La Familia; construcción social o impulso biológico




Por paradigmas sociales y utopías religiosas hemos confundido lo biológico con lo social, y hemos con ello condenado a muchos niños al sufrimiento, al maltrato, al abuso y al dolor, no solo físico sino psicológico, que los acompaña por el resto de sus vidas con el nombre de  trastornos afectivos o psiquiátricos. La procreación es un acto biológico impulsado por el deseo sexual que cualquier animal lleva a cabo, pero la familia es una construcción social que implica un mínimo entrenamiento emocional  que supera el instinto biológico para poder proteger a los nuestros, y en especial a los más débiles.


Las ciencias sociales llaman a la Familia la “Célula” principal de la sociedad, lo que pocos analizan o saben es que la familia es una invención cultural de nuestra sociedad, con la cual se ha permitido al hombre avanzar y progresar en casi todos los ámbitos (económico, político, social, espiritual y como especie). El ser humano,  como cualquier otro animal, tiene el instinto de protección a sus crías; con esto la naturaleza asegura que las especies perduremos y progresemos en el tiempo, pero este instinto disminuye en la medida que las crías crecen y que en ellas también genera la necesidad de abandonar el nido y crear su propio espacio.  Aunque siendo sinceros, los bebés humanos parecen ser los cachorros que más tiempo de cuidado requieren por parte de sus padres para poder asumir autonomía en lo más básico. Al hombre como a cualquier otro animal, este instinto de proteger a sus crías se le agota, pero su cerebro desarrollado le ha permitido analizar la conveniencia de formar un núcleo que se sostenga en el tiempo y que le permita seguir protegiendo a todos los miembros de su familia, esto es, a sus descendencia, pareja y otros que se anexan por diferentes circunstancias.

Lo anterior nos lleva a analizar que no todos estamos preparados para establecer una familia, pues no es nuestro instinto biológico el que actúa, es más bien un acto persistente de voluntad,  tolerancia y amor. Es por ello que aunque no nos guste aceptarlo, no todas las “familias” funcionan o son el espacio ideal para sus miembros, y en especial para los más pequeños y vulnerables. Muchas son las personas que establecen una “familia” por obligación, por error, por seguir las costumbres sociales, o peor aún, creyendo que es una tendencia divertida de seguir una tradición sin estar preparado para ello. Formar una familia implica tener la capacidad de proteger a otros, tolerar la diferencia, dar ejemplo, persistir en lo bueno a pesar de las circunstancias, hacer sacrificios personales para el bien de todos sus miembros, procurar la felicidad de cada uno, y en especial una cantidad ridícula de amor. Debemos ser muy sinceros con nosotros mismos: no todos tenemos esas cualidades, o al menos no tan desarrolladas. Y en esto se debe aplaudir a los Millennials (nacidos entre 1981 y 1995), ya que muchos de ellos manifiestan abiertamente no querer ser padres, unos porque argumentan que este mundo no es apto para que más personas nazcan, y otros porque reconocen que no tienen la capacidad emocional para proteger a otro ser y dejar a un lado muchos de sus sueños; que en su gran mayoría están relacionados con la aventura, los viajes y la academia.

El ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) tiene un comercial (no sé si aún se emite), en el cual se muestra a un par de hermanos que luego de salir de la escuela van por la calle evidentemente felices con las cosas pequeñas que la vida les comparte, y parece que nada de lo que pueda amenazarlos en la calle altera esa felicidad, pero su expresión cambia a miedo al llegar a la puerta de su casa. El comercial finaliza con un locutor que sentencia: “Para algunos niños su casa no es el mejor sitio para estar seguros”, nada más cierto que esto, para algunos su casa y su familia es el lugar donde menos seguros están. Obviamente esta explicación no es una excusa para estos maltratadores y abusadores, pero explica por qué algunos que por su biología fueron padres, no logran emocionalmente proteger y hacerse cargo de sus retoños, pues incluso muchos los usan para su beneficio propio como objetos o empleados a su servicio.

Ojala en las escuelas, en los colegios y en todas las instituciones educativas se estableciera una cultura que le permita a los más jóvenes desarrollar y pulir esas cualidades que se necesitan para establecer una familia o simplemente para vivir en paz, esas cualidades que sostienen la unión cuando el instinto de protección disminuye, y el amor y la tolerancia lo deben sustituir, ojala los centros de educación formen desde la libertad, la cooperación, la solidaridad, el respeto y la inclusión, y no desde la competencia y el canibalismo que permite a las personas que se destaquen aunque implique pisotear al otro. No hablo que se eduque para establecer familia, hablo de educar para amar, convivir y proteger, ya cada uno escoge que quiere hacer con esas habilidades, pues en este sentido, decidir no tener hijos ni establecer una familia también es un acto de amor.

La familia si es el núcleo fundamental de la sociedad, y como tal deberíamos prepararnos para ello,  formarnos y perfeccionar nuestras habilidades emocionales, no se lo dejemos solo a la naturaleza pues la biología hace su tarea, que es procrear y garantizar la extensión de la especie, pero el amor es un acto de voluntad y madurez emocional.

Iván Rendón Giraldo
Psicólogo