¡Pasión por la vida!, al transformar emociones que inspiren innovación humana.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Lo bueno de lo malo, I


Lo bueno de lo malo, I


Sabemos que la luz es luz porque conocemos la oscuridad, la alegría es mayor en la medida que hemos experimentado la tristeza, y amamos más a alguien al estar con nosotros cuando hemos vivido su ausencia. Negar el lado negativo de la vida no solo es ilógico, sino que hace perder valor a lo positivo y que todo sea más confuso, incluso si es positivo y bonito.    


En 2002 una película protagonizada por Al Pacino y Robin Williams, llamada “Insomnia”, contaba la historia de un prestigioso detective de Los Ángeles, que junto a su compañero es enviado a un pueblo de Alaska para investigar el asesinato de una adolescente. Aunque la trama de la película es muy profunda y su mensaje se centra más en lo psicológico y lo moral, en esta ocasión evoco esta producción para resaltar que a causa de que el detective llega a este pueblo en verano, lo que en Alaska significa que los días y las “noches” estén siempre iluminadas por el sol, es decir, el sol nunca se pone y siempre hay luz de “día”, este personaje no puede dormir bien o casi nada por la falta de oscuridad; que es a lo que su cerebro está acostumbrado para entrar en estado de sueño, lo que lo lleva a que cometa errores tontos de novato por falta de sueño y que el asesino se aproveche de ello para manipular al agente a su favor.  


… el día pierde su significado si no hay noche, la luz no tendría su magia si no conociéramos la oscuridad, lo bueno no sería tan bueno si no experimentáramos lo malo para poderlo comparar, la alegría es tan placentera porque conocemos la tristeza.


Uso el ejemplo anterior para destacar que todo en la vida necesita de sus opuestos para tener sentido y ser lo que es, esto es, la vigilia (estar despierto) pierde su sentido cuando no se puede dormir y la mente enloquece, de igual manera el día pierde su significado si no hay noche, la luz no tendría su magia si no conociéramos la oscuridad, lo bueno no sería tan bueno si no experimentáramos lo malo para poderlo comparar, la alegría es tan placentera porque conocemos la tristeza. Lastimosamente aunque parece muy lógico, actualmente la mayoría de nosotros no lo vemos así y creemos que en nuestras vidas solo puede existir lo positivo y lo bueno, no soportamos lo negativo y lo malo, y lo peor de todo es que lo evitamos a toda costa llegando a extremos absurdos que irónicamente hacen que perdamos el sentido de la vida, sin comprender que lo negativo da contexto a lo positivo y que gracias a estos dos aspectos de la vida todo tiene sentido.

Hace poco analizaba con una persona de mucha edad; una abuela, el porqué de la situación actual de la mayor parte de los jóvenes de este país (Colombia), quienes parecieran que no tienen valores que los guíen a sus tempranas edades, que no soportan la frustración y se refugian en las drogas, el sexo irresponsable, las compras y la vida nocturna (rumba), pero a la vez analizábamos porqué siendo de la misma época, con acceso a las mismas tecnologías, a los mismos placeres y libertad, otros jóvenes parecen tener una vida llena de sentido y logran aceptar la frustración como parte de la vida, se permiten estar tristes sin por eso pensar que es el fin de sus vidas y que todo ha perdido valor solo por experimentar una pérdida o un duelo. Y concluíamos que la diferencia puede estar en que los primeros están influenciados por la propaganda irresponsable del comercio y de otros igualmente confundidos (artistas, influencer, youtuber), mientras que los segundos logran pensar por sí mismos, y siempre han tenido a su lado personas responsables que los alientan a cuestionar lo que la sociedad acepta como cierto y normal, además de que no ven los valores como algo anacrónico o tonto, sino como algo que les evita cometer muchos errores que otros en el pasado pudieron superar y que por ello validaron lo que ahora conocemos como valores morales y espirituales.


Hemos llegado a tal punto de alienación de nuestras mentes que nos impacta más emocionalmente lo que le pueda pasar un personaje de una serie de televisión o de una saga de películas, que lo que le pueda suceder a un niño en la calle, a un animal desamparado, a un anciano sin familia, a una familia desplazada o extranjera que llega a nuestro país en busca de comida y mejor vida.


En psicología se habla de eventos privados refiriéndose a lo que sucede en la psique de una persona al analizar una situación y generar un significado a partir de lo que para ella es importante, en un contexto, y teniendo en cuenta toda su historia de vida (experiencias). No es posible que si todos tenemos eventos privados diferentes, una marca de zapatos o de ropa nos diga que nuestra felicidad está en comprar y lucir sus productos, que una empresa de telefonía celular nos dicte que lo más importante para una persona no es lo que sientas por ella, sino que se lo hagas saber por medio de una red social o de un celular. Hemos llegado a tal punto de alienación de nuestras mentes que nos impacta más emocionalmente lo que le pueda pasar un personaje de una serie de televisión o de una saga de películas, que lo que le pueda suceder a un niño en la calle, a un animal desamparado, a un anciano sin familia, a una familia desplazada o extranjera que llega a nuestro país en busca de comida y mejor vida. Todo esto porque no soportamos el dolor, la frustración, la pérdida, lo real, y sentir empatía por un personaje ficticio no compromete nuestros recursos emocionales, mientras que responsabilizarnos de nuestra vida propia y social; con lo bueno y lo malo, implica involucrarnos realmente y “untarnos” de realidad, pues nos han enseñado a no soportar algo si no es color rosa, bonito, amable, lleno de cosas materiales, de personas “bonitas”, ricas, “perfectas”.

El dolor, la pérdida, la frustración, los duelos, lo negativo, hacen parte de la vida, son reales y nos debemos permitir sentirlos cuando aparecen, evitarlos hará que lo bueno, lo bonito,  lo positivo, lo  agradable, o tener a alguien al lado, pierdan su sentido por no haber un contexto para compararlos, y finalmente todo pierda significado, lo que sirve para explicar en gran parte por qué personas que lo tienen “todo” pierden el amor por la vida y prefieren renunciar a ella.



Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus

domingo, 1 de diciembre de 2019

La efímera felicidad de tener sin ser


La efímera felicidad de tener sin ser




Es posible que ser feliz sea tan evidente y sencillo, que incluso sea casi imposible concebirlo para la mayoría de nosotros. Si bien precisamos de lo material para vivir cómodos en este mundo, también es menester que reconozcamos que la mayor parte del tiempo sentimos necesidades y vacíos que no llenan las cosas materiales, y que lo más importante para la vida ni siguiera es tangible; el amor, el aire, el reconocimiento, el respeto, la tranquilidad espiritual, todo esto es intangible, pero sin ello hasta la mejor comida deja de serlo.   


Todos en algún momento hemos tenido la sensación persistente de sed cuando nos deshidratamos, ante lo cual tomamos agua por grandes cantidades sin sentir alivio, por lo que surge la necesidad imperante de seguir tomando agua y como resultado tenemos la percepción de tener el estómago lleno de líquido pero seguir con sed. Luego de tener dichas experiencias de sed persistente hemos comprendido que la forma de mitigar dicha sensación y devolver el equilibrio a nuestro cuerpo es tomar líquidos o comer frutas que contengan electrolitos, ya que consumir solo agua dejará la sensación incomoda de llenura sin hidratarnos.  

En esta época en la que la mayor parte del planeta celebra la navidad, lo cual se reduce simplemente a la compra de artículos; la mayor de las veces innecesarios, a muchos se nos antoja comparar esta práctica de consumo con la deshidratación del cuerpo por pérdida de electrolitos y que insistimos con saciar solo con agua. Es curioso ver como todos corremos a llenar los almacenes y los centros comerciales para hacer compras exageradas tan solo porque el comercio nos dice que hay promociones y rebajas, aunque en realidad más de la mitad de lo que nos ofrecen sea innecesario. Pero todo este fenómeno tiene una explicación, o al menos desde una perspectiva psicológica.


… deberíamos comprender que aunque las necesidades materiales sean más evidentes, las necesidades emocionales y espirituales son incluso más importantes de satisfacer aunque no sean tan evidentes como las anteriores…


Es así como, sin excepción, al pasar un tiempo, luego de las compras, la euforia desaparece, la novedad de lo nuevo ya no existe y la necesidad de hacer nuevas compras vuelve a atacar, y así hasta que la persona comprende que llenar su vida de cosas materiales jamás llenara sus necesidades fundamentales; las emocionales. Es importante dejar claro que en ningún momento estamos afirmando que las cosas materiales se deban evitar y que la alegría de tenerlas no es real para todos, es real porque vivimos en un mundo en el que lo material es necesario para nuestro desarrollo físico y social. Pero una cosa es aceptar que lo material hace parte de nuestro mundo, y otra muy distinta creer que es lo único y lo más importante.


La vida, más que tener, se trata de agradecer y disfrutar del camino.


La semana en la que este artículo se escribió, una noticia nos estremeció, una niña de 11 años se suicidó en la ciudad de Cartago (Valle del Cauca, Colombia). Es inevitable no pensar en los posibles motivos que pudo tener una niña de tal edad para tomar semejante decisión, y además tener la templanza emocional para ejecutarla sin retroceder en el camino. Las razones solo las supo la niña, y para ella fueron tan reales como su propia vida y muerte, pero uno podría especular que debió ser algo que no comprendía si nos basamos en su nivel de desarrollo cognitivo y emocional, y tal vez moral, de acuerdo a su edad cronológica. Tanto esta niña como otros que en los últimos meses se has suicidado en Colombia; gran parte de ellos adolescentes, como también el resto de nosotros, deberíamos comprender que aunque las necesidades materiales sean más evidentes, las necesidades emocionales y espirituales son incluso más importantes de satisfacer aunque no sean tan evidentes como las anteriores, pero así como el cuerpo nos alerta de su deshidratación a través de la sed intensa y que el solo consumo de agua no la sacia, así nuestra necesidad persistente de llenar nuestras vidas de lujos materiales sin llegar a satisfacernos es la alerta de nuestro espíritu de que su necesidad sigue sin satisfacerse.

Acudir a un consejero, a terapia psicológica, a prácticas espirituales y hasta religiosas, debería ser una prioridad en nuestras vidas para conocernos, encontrar sentido de vida y aprender a disfrutar de todo en la abundancia y en la escases. La vida, más que tener, se trata de agradecer y disfrutar del camino.



Iván Rendón Giraldo, Psicólogo de Habitus
                                                                                                                                

jueves, 21 de noviembre de 2019

La suerte de saber qué se quiere


La suerte de saber qué se quiere



Habitus

Cada vez podemos ver alrededor del mundo personas muy jóvenes que alcanzan grandes triunfos en el deporte, en los negocios, en las artes, en lo social, y en muchas otras áreas. Notamos en ellos que han dejado de creer en la suerte, en el destino y en las circunstancias, y emprendieron el camino que eligieron para ser felices y hacer felices a otros, estas personas nos enseñan que todo es posible si lo hacemos por nosotros mismo, sin dejar nada al azar.  


Este año un ciclista colombiano fue el ganador de la carrera más dura del mundo en este deporte, Egan Bernal; que a sus 22 años es el ganador del Tour de Francia más joven de la historia. Este campeón es un ser muy interesante y tal vez un ejemplo para cualquiera, no solo por sus múltiples triunfos en el ciclismo, sino también por otras características de su vida.

Todos conocemos personas totalmente contrarias a Egan, personas que fracasan casi en todo, incluso antes de iniciar cualquier proyecto ya saben que fracasarán. Personas enamoradas del pesimismo y de su vida llena de penas e “injusticias”. También conocemos personas que parecieran ser el Rey Midas, pues todo lo que tocan lo vuelven oro, casi todo les sale como quieren y están llenas de historias de éxito y aprendizaje. Pero la realidad de todo esto es que la diferencia entre estas dos clases de personas no es la suerte, el país o la familia donde nacieron, sus circunstancias o las oportunidades que han tenido, la diferencia es la actitud y la decisión por alcanzar sus más altos sueños. La actitud no porque luchen contra las adversidades, al contrario, trabajan para convertir dichas adversidades en algo de beneficio para ellas, ven cada situación (en especial las adversas) como una oportunidad para aprender y avanzar. Y la decisión porque escuchan a sus corazones y toman decisiones con confianza, por lo que luego las defienden con el alma y se responsabilizan de ellas hasta el final.


.. son personas que jamás se quejan (tal vez una de las cosas más difíciles para muchos) y de todo aprenden…


Pensar que una persona de 22 años, que antes de coronarse ganador el Tour de Francia ganó muchas carreras en Europa, Centro América y Sur América, que habla cuatro idiomas y que desde sus 09 años sabía que iba a ser ciclista de profesión es un suertudo, es una excusa descarada para evitar la responsabilidad que a todos nos corresponde por haber alcanzado o no nuestras más altas metas.

Al revisar las historias de personajes como Egan y otros miles de su estilo, no se puede evitar observar características en común, tal vez una fórmula para el éxito que no todos están dispuestos a pagar por su “alto” precio. Son personas que decidieron qué era lo más importante para ellas y pusieron manos a la obra sin desfallecer, siempre con pensamientos positivos a pesar de lo que sucediera, daban más de lo que se esperaba de ellas (nadie ha logrado sus sueños durmiendo o viento televisión por horas enteras), dejaron de ver su éxito como lejano en el tiempo y lo empezaron a saborear en sus pequeños avances, son personas que jamás se quejan (tal vez una de las cosas más difíciles para muchos) y de todo aprenden, siempre que se dieron cuenta que su camino perdía el rumbo hacia sus sueños, lo corrigieron sin dudarlo y se comprometieron con dicho camino, y son personas que no postergan los esfuerzos que sus metas requieren; si hay que hacerlo, se hace y punto.

No basta con soñar y planear, llegar a la meta requiere iniciar, arriesgarse, trabajar con alegría, creer en usted, en sus sueños y en lo que hace, pero en especial conocer sus talentos y desarrollarlos, y para ello se puede ayudar de muchas técnicas. Hay libros excelentes que le darán herramientas, puede inspirarse en biografías de personas célebres, tener un Coach, un consejero o un psicólogo que le ayude a descubrir sus potencialidades, acudir a empresas consultoras como Habitus para ser asesorado. Autorrealizarse vale la pena.

Iván Rendón Giraldo, Psicólogo de Habitus


sábado, 9 de noviembre de 2019

Revolución industrial y social


Revolución industrial y social


La 4ª revolución industrial, es decir, la digital, aquella que nos ha cambiado la forma de relacionarnos, de aprender y de vender servicios, debe incluir también un cambio de paradigmas en las ciencias sociales y educativas, ya que los clientes y estudiantes no ven más al docente o al profesional como una fuente de conocimiento, sino como una guía que inspira a explorar el potencial que todos tenemos y necesitamos aflorar.


El desarrollo de un país y de una sociedad no solo depende de la infraestructura, de la tecnología o del poder económico de sus ciudadanos, también depende en gran medida de la forma en que estos piensan, el cómo asumen la transformación de la ciencia, la economía y la educación. Hagamos el intento de imaginar cómo la empresa de fotografía Kodak, siendo el gigante que era, quebró por negarse a entrar en la fotografía digital, cómo países como Finlandia o Singapur han logrado alcanzar los primeros lugares siendo los países mejor educados e hicieron del conocimiento su más próspero generador de ingresos económicos. Intentemos analizar cómo personas jóvenes han logrado ser independientes y hasta los más ricos del planeta al idear formas diferentes de servir a sus clientes, dejando atrás la economía tradicional y formando Startup, App y toda clase de servicios virtuales. Incluso esta nueva generación de empresarios ya no se centra en vender artículos, sino que en su gran mayoría se centra en vender experiencias a sus clientes, lo cual obviamente es mucho más atractivo y dispone a las personas a pagar más por su servicio.


A esta revolución industrial no pueden ser ajenas las ciencias sociales ni de educación, o corren el riesgo de empezar a ser cada vez menos pertinentes para las necesidades de las personas.


Asistimos a la 4ª revolución industrial, en la que somos testigos de la inteligencia artificial (IA), esa que nos sorprende al ver aplicaciones y maquinas que aprenden solas sin necesidad del ser humano, que nos envían información a nuestros dispositivos digitales basada en nuestras preferencias, pues cada vez que damos un "Like o un Me gusta" queda registrado en la memoria de la plataforma, red social, o aplicación digital, o cómo un automóvil ya tiene la capacidad de parquearse él mismo sin que el conductor deba preocuparse por hacerlo. A esta revolución industrial no pueden ser ajenas las ciencias sociales ni de educación, o corren el riesgo de empezar a ser cada vez menos pertinentes para las necesidades de las personas.

Es así como podemos ver que los más grandes pensadores ya proponen nuevas técnicas y herramientas para implementar servicios como la asesoría terapéutica, educar, influenciar, liderar o transmitir conocimiento. Con el mar de información que encontramos en la red, ya el docente no es más la fuente del conocimiento ni tiene la última palabra en un tema, por lo que su rol debe ser ahora el de inspirar a sus alumnos a investigar, a construir y generar más conocimiento, para lo cual puede acudir a pedagogías como El Aprendizaje Basado en Proyectos, La Gamificación, El Aprendizaje Basado en el Pensamiento, entre otros, además de poder acudir a herramientas como los tutoriales en Youtube, el uso de las redes sociales y las aplicaciones digitales. La psicología ya propone terapias centradas en el potencial del ser humano, sin que sean ya el centro de su guía las conductas, el inconsciente o los trastornos, y propone mejor ayudar a la persona a encontrar su potencial y su propia capacidad de superar las situaciones que se le presentan, por lo que surgen terapias como el Mindfulness, Terapia de Aceptación y Compromiso, La Entrevista Motivacional, La Terapia Analítico Funcional, entre otras.

Nos podemos atrever a decir que en este momento tenemos claridad que las personas, más que información, queremos conocimiento, experiencias, explotar nuestras habilidades y talentos, poder aprender a manejar nuestro estrés más que hacer años de terapia, los jóvenes quieren aplicar lo que aprenden e intervenir en la sociedad de manera directa, y para ellos la teoría de las ciencias sociales y educativas hacen propuestas innovadoras, falta entonces que los profesionales en esta áreas asuman el nuevo rol, que de hecho es totalmente diferente al tradicional.


Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus

viernes, 1 de noviembre de 2019

Asumir nuestra responsabilidad de guiar



Asumir nuestra responsabilidad de guiar


Ya que procuramos prepararnos para estar a la vanguardia de la tecnología para poder comunicarlos con los demás y con el mundo, también es menester prepararnos para guiar a nuestros hijos en medio de las exigencias que nos propone esta era de avances tecnológicos y sociales. Excusarnos en la situación social, la economía, la disponibilidad de drogas para los jóvenes, las modas y las tendencias, no nos quita la responsabilidad que nos corresponde en la formación y acompañamiento de nuestros hijos.


Gran parte de la humanidad tiene una jerarquía de valores tal que la lleva a experimentar, como consecuencia, vidas infelices y poco satisfactorias. Para todos es obvio que acudimos a una era que ha cambiado la forma de pensar y de relacionarnos, y casi todo esto tiene que ver con la tecnología digital; que viene a mejorar nuestro estilo de vida en la salud, la educación, las comunicaciones, lo ambiental, el hogar, el conocimiento y más. Y a este cambio, rápido por demás, nos hemos adaptado casi todos, desde los más viejos a los menos viejos, para no hablar de las últimas generaciones, pues nacieron ya inmersos en dicha época y para ellos es normal dicha tecnología.

Ya inmersos en esta época procuramos estar a la altura de dichos avances y son muchos los que compran teléfonos celulares, televisores y computadores de última generación, además de acomodarnos a lo que esta tecnología nos impone, pues ya no es excusa no comunicarse con alguien por no estar en su casa y la llamamos a su celular, como tampoco es excusa no estar informados o no adquirir el conocimiento que nos haga falta, pues el Internet nos ofrece ríos de información y formación gratuita en casi todas las áreas del conocimiento, de igual manera, por ejemplo, muchas familias desarticuladas se han vuelto a unir al poderse contactar en cualquier lugar del planeta gracias a las redes sociales como Facebook.

Lo que muchos se niegan a aceptar es que la forma de criar o acompañar a nuestros hijos también debe evolucionar de acuerdo a las nuevas exigencias, y es así como encontramos familias, docentes y adultos en general que ciegos a las nuevas condiciones piden a los niños y adolescentes, u obediencia total o les dan la libertad absoluta para que resuelvan los retos que la vida les pone en el camino, siendo cualquiera de las dos errores que se deben evitar si no queremos adultos sin rumbo, deshonestos e incluso sin deseos de vivir. Un niño obviamente no tiene aún la madurez emocional ni neurológica para asumir ciertas situaciones y tomar decisiones, y un adolescente sin acompañamiento ni normas mínimas buscará, en su desespero por una guía, a quien le dé un sentido de vida, por lo que terminará escuchando a sus pares, a adultos que posiblemente aprovechen su vulnerabilidad o a cualquiera que mínimamente les escuche, y allí están las redes sociales, las padillas, los seguidores de algo; casi siempre algo sin sentido, que les darán lo que nosotros no.

Son muchos los adultos que irresponsablemente afirman que a los niños y adolescentes ya no se les puede reprender porque se pueden ver involucrados en situaciones ilegales, pero lo que hay que entender es que la mayor de las veces, si se orienta y acompaña, no tendremos que reprender, y en los casos que se deba reprender no hay argumentos que digan que golpear o maltratar verbal y psicológicamente mejore la situación. La prevención es la mejor alternativa que tenemos para enfrentar situaciones como el consumo de drogas, la explotación sexual, el acoso escolar y el suicidio, entre otros males, y lo acaban de confirmar los doctores Abhijit Banerjee (indio), Esther Duflo (francesa) y Michael Kremer (estadounidense); quienes recibieron el Premio Nobel de Economía 2019 por proponer un enfoque para combatir la pobreza, y cuya conclusión es que lo que hasta ahora hemos considerado como la solución, no lo es, pues hacer donaciones, brigadas, regalar comida o corregir situaciones ya dadas solo perpetúa los factores que sostienen la pobreza, en cambio ellos proponen un enfoque de prevención que tenga en cuenta el contexto y las necesidades reales, además de mejorar la calidad de la educación en relación a que sea aplicable a la realidad del estudiante.

Y esto se aplica al tema que discutimos en este escrito, la prevención es lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos, lo que no quiere decir que los llenemos de información sobre lo que es malo, sino que les ayudemos a identificar sus emociones y sentimientos, que los aprendan a expresar sabiendo que es bueno permitirse estar triste y que perder no es ser un perdedor, que aprendan a manejar su tiempo libre y sobretodo en soledad, que reduzcan los factores de vulnerabilidad y se fortalezcan como personas autónomas, que den por sí mismos un sentido a su vida. Para todo esto necesitamos ser adultos responsables y asumir la parte que nos toca, aceptar que no es el palo, pero tampoco la permisividad, sino la preparación, la escucha, el respeto por el otro lo que nos ayudará a guiar a estas personas que necesitan acompañamiento para explorar este mundo que tanto los intriga.




Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus

lunes, 14 de octubre de 2019

La transformación de la escuela


La trasformación de la escuela





Las nuevas generaciones son notoriamente diferentes, tienen curiosidad por la realidad, buscan actuar y ser protagonistas de sus vidas y de la sociedad, por lo tanto una escuela magistral y anticuada será para esta generación una fuente de frustración constante. Las escuelas y universidades están llamadas a evolucionar y con ello transformar la realidad y la sociedad con pedagogía aplicada a problemas reales.  


Actualmente asistimos a una realidad que requiere cambios, y por ende que veamos todo de una manera diferente a la que estamos acostumbrados. Esto se puede aplicar a muchas áreas como: el medio ambiente, la política, la espiritualidad, la economía, la educación, y casi todo. Hablemos de una de ellas, la educación. A riesgo de que parezca un discurso prediseñado, si es acertado decir que la escuela se debe repensar, ya que vivimos en una época en la que el papel del docente debe evolucionar, pues si antes era este la fuente del conocimiento e información, hoy ya no lo es más, y su papel deber sufrir una reingeniería.

En la era del conocimiento, como la llaman los grandes pedagogos y economistas, la información está al alcance de cualquiera a través de la tecnología de la información y la comunicación (buscadores, redes sociales, bibliotecas virtuales, plataformas, páginas web, blogs, entre otros), por lo que el docente debe reinventarse siendo fuente de inspiración, quien aliente a investigar, a preguntarse, a cuestionar, a construir más conocimiento, es decir, debe hacer uso de una pedagogía aplicada que busque explorar el mundo y las ideas, e incluso que el alumno transforme su realidad.

Este proceso evolutivo del papel del docente requiere incluso de una transformación similar en la sociedad y en la familia, al dejar de ver la escuela como el espacio en el que se adquiere información, y pasar a verla como el factor que impulsa al alumno a transformar su pensamiento, su espíritu, su perspectiva y su realidad. Es así que ya podemos ver en el mundo escuelas y colegios que se dedican a inspirar, que han dejado de ver como prioridad a las materias, los horarios, las notas y las clases magistrales, y se centran la curiosidad científica, en la exploración de la realidad, las artes, el deporte, y las ciencias sociales, donde el protagonista es el niño, adolescente o joven, la escuela deja de ser un lugar aislado pasando a ser parte de la dinámica social, llevando la realidad al aula y el aula a la sociedad. Ya en el mundo hay escuelas que se han dedicado a transformar a su comunidad con pedagogías como el “Aprendizaje basado en problemas”, “Aprendizaje basado en proyectos”, “La gamificación”, entre muchos más. Incluso encontramos universidades que basan todo su proceso de enseñanza con la práctica real en empresas, con las cuales hacen convenios que implican la aplicación real de soluciones por parte de los estudiantes e incluso la opción de pagar por su trabajo, o la oportunidad de ser contratados por la empresa.

Los adultos estamos llamados a facilitar esta transición en la educación, abandonar el miedo a perder el poder, adaptar la teoría y aplicarla a situaciones reales con soluciones convenientes para la sociedad, dejar de ver las redes sociales, y en general a la tecnología de la información y la comunicación, como un obstáculo para el aprendizaje, volviéndolas aliadas para mejorar dicho aprendizaje. Las nuevas generaciones han evolucionado, y la escuela debe hacer lo mismo.  

Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus

domingo, 28 de julio de 2019

La importancia del dedo está en señalar la luna

La importancia del dedo está en señalar la luna


Como humanos hemos vuelto a perder el norte, nos hemos vuelto contra la pared de la Caverna de Platón y preferimos consolarnos con las sombras de lo real, involucionamos. Pero algunos tenemos esperanza de que reflexionemos y dejemos de desperdiciar nuestras vidas y las de los demás.

Cuando el sabio señala la luna el necio se queda viendo el dedo”, es un proverbio atribuido a Buddha que nos lleva a reflexionar sobre situaciones cotidianas en las que damos más importancia a las trivialidades que a lo esencial. Los seres humanos hemos olvidado que la realidad es una sola y que por ende no es fácil de entender para nuestro cerebro, por lo que hemos tenido que inventar sistemas y herramientas para entenderla, pero son solo eso, herramientas para nuestro entendimiento.

Es así como tuvimos que inventar formas de transmitir los conocimientos que durante los siglos hemos acumulado como humanidad, pero lamentablemente olvidamos la mayor de las veces que lo importante no es acumular información; pues esta está en los libros y en internet, y si es vital saber usar el conocimiento para resolver problemas reales y hacer del mundo un lugar mejor cada día. En cambio hemos terminado convencidos que lo que importa es que un niño obtenga notas altas aunque las formas en que las consiga no sean como producto de su aprendizaje. Es muy desafortunado ver niños y adolescentes con evidente inteligencia y capacidades excepcionales que no consiguen altas notas en la escuela, y la institución en lugar de preguntarse por la forma en que enseña, se centra en la nota baja del estudiante y limita todas sus oportunidades para encontrar su potencial.

Reconociendo que gran parte de las personas que han cambiado al mundo han sido académicamente formados con excelentes resultados, también es digno reconocer que otra parte importante han sido personas que no han tenido mayor formación académica formal y aun así han producido conocimiento y soluciones que no se le ocurrieron a los que están llamados a darlas por haber sido formados para ello. Es así como en el siglo XIX, el señor James Murray fue quien dio inicio a la compilación de palabras que hoy forman el Oxford English Dictionary sin tener más de 5 años de formación académica, pero con conocimientos profundos en más de 10 idiomas, otra cantidad de dialectos e incluso leguas muertas. El señor Steve Jobs se retiró de la universidad en el primer semestre,  y aun así es el padre del ordenador personal y fundador de Apple Computer; tal vez una de las empresas más innovadoras del planeta.

Más cerca de nosotros podemos encontrar al señor Estanislao Zuleta; quien estando en el grado 9º decidió abandonar el colegio y dedicarse a formarse por su cuenta en filosofía, historia, literatura, teoría del arte, ciencias sociales, estudió a Sócrates y a Platón, a grandes filósofos más y múltiples escritores de la literatura mundial, fue profesor de universidades colombianas, y entre otras cosas dejó excelentes escritos que son necesarios para en la academia formal.

Reflexionando, es necesario concluir que la academia no es la dueña total de la pedagogía, que hay personas que no se adaptan a la forma en que enseñamos normalmente, es decir, seguir adorando a la pedagogía por encima del objetivo que debería cumplir y para el que fue inventada, es tan tonto que deja por fuera a verdaderos genios que tal vez nunca brillen y aporten al mundo solo porque creemos que lo importante es el título, las notas y la adaptación. Deberíamos reflexionar, pues actualmente los más grandes delincuentes son personas que han pasado por grandes universidades y siendo así no han dado mayores aportes a la humanidad, aunque si se han dedicado a generar guerras, a asesinar, a robar a sus países, a violar niños y a destruir el planeta con su ambición. ¿Será entonces que la solución es la academia? o ¿La academia es solo una herramienta que se debería adaptar a las necesidades de los humanos? ¿Es justo que a un niño se le retire de un establecimiento educativo solo porque no se adapta a la pedagogía de la institución? o ¿Es el colegio quien se debe revisar en su pedagogía?
     
                                        Iván Rendón Giraldo, Psicólogo de Habitus.

sábado, 13 de julio de 2019

Procrastinación, adicción a la recompensa inmediata


Procrastinación, adicción a la recompensa inmediata


El temor al fracaso es algo que todos reconocemos y aceptamos como cierto, pero menos evidente y creíble es que existe en todos nosotros el temor al éxito, y postergar las cosas importantes es una de las formas más evidentes de este temor. Muchos saben qué deben hacer para triunfar y lograr sus más ambiciosos sueños, y a pesar de esto se niegan a iniciar una rutina que los lleve a este éxito, se niegan a generar la disciplina necesaria argumentando toda clase de pretextos, a esto se le llama procrastinar y es tal vez el factor más importante para fracasar en cualquier cosa. 

Se comienza un nuevo día, una nueva semana  y un nuevo año con un sin número de retos y promesas, ideas racionales que pretendemos llevar  acabo con el propósito de  cumplir sueños y metas que contribuyan a nuestra felicidad. Pero en este arduo camino para lograr estos objetivos se nos interpone la necesidad de la gratificación o recompensa  inmediata.

Nuestro cerebro comienza a reconocer y aceptar las actividades más divertidas y más fáciles, el ver un partido de fútbol, el revisar las redes sociales, o buscar la película de estreno son distractores que en nuestro “aquí y ahora” generan mayores niveles de satisfacción y placer inmediato, aparentemente positivos, pero que contribuyen a procrastinar sueños, aplazar la idea de vivir mejor y sepultamos nuestros proyectos a mediano y largo plazo. Se  pospone porque se percibe como pesado, abrumador, peligroso, difícil, aburrido, generando estrés al postergar lo importante para después, le enseñamos a nuestro cerebro que si evitamos las tareas que contribuyen a nuestra vida recibiremos más gratificación  instantánea y reforzamos el comportamiento de postergar.

El origen etimológico del término Procrastinar proviene del latín: "Pro" que significa adelante y "Crastinus" que hace referencia al futuro. La traducción más correcta sería dejar para mañana aunque también la encontramos traducida como postergar, posponer y aplazar lo que se traduce como dar menos importancia a una situación o persona que espera, y además, “dejar para después”, convirtiéndose en una adicción o hábito.

Procrastinamos constantemente en nuestra vida, postergamos ir al banco, ir al médico, hacer ejercicio, iniciar hábitos adecuados en nuestra alimentación, postergamos el inicio de un nuevo proyecto, postergamos la entrega del informe, postergamos terminar esa relación toxica por miedo a quedarnos solos, dejamos para ir a un lugar en el momento en que están justo a punto de cerrar, pagamos los recibos en el último día, o terminamos haciendo las tareas escolares o universitarias la noche antes de entregarlas. Impedimos que nuestra vida mejore en diversos ámbitos, no aprovechamos las oportunidad de mejorar emocional y profesionalmente, no dejamos nuestras adicciones, no resolvemos nuestros problemas familiares, procrastinamos en compartir tiempo de calidad con nuestros seres queridos, generando insatisfacción, inseguridad y estancamiento en nuestra vida encontrando la excusa perfecta para darle prioridad a las cosas que no son tan importantes en nuestra vida, ¿para qué? “No hay nada más inútil que hacer de forma muy eficiente aquello que no debería hacerse en absoluto” (Drucker. 2018).

Ahora nos preguntamos: ¿por qué se fortalece la procrastinación en nuestras vidas? y ¿cómo desarmarla?, entre los diferentes factores que contribuyen a que la procrastinación  se fortalezca encontramos:

Falta de método
Evidenciado en la falta de orden, planificación, manejo inadecuado de los horarios, el no reconocimiento de los factores que me llevan a procrastinar, nuestra incapacidad de carácter para ser responsables con nuestras obligaciones, inadecuado manejo de las nuevas tecnologías y dispositivos electrónicos.

Falta de significado.
Postergamos aquellas cosas que percibimos que no tienen tanto significado en nuestra vida, como poco placenteras y que decidimos en el momento no verlas importantes siendo relevadas por otras que se perciben gratificantes (redes sociales, una película o dormir una “pequeña siesta” de 2 o 3 horas). La ausencia de motivación y responsabilidad, la falta  de un refuerzo positivo nos lleva a reconocer únicamente lo que nos satisface en el instante, lo latente, lo visible y lo palpable, para justificar la procrastinación de las cosas que  realmente a mediano y largo plazo podrían cambiar nuestra vida satisfactoriamente, logrando significados triunfos.

Inadecuado manejo del miedo.
El miedo al “¿qué dirán?”, el miedo a emprender un proyecto y no saber si dará resultado, miedo al fracaso, el miedo a mostrar mis debilidades, miedo a las tareas que enfrentamos, miedo a las cosas nuevas con resultados desconocidos.

¿Cómo reducir la procrastinación?
Es necesario en un primer momento tener claridad qué es importante para nuestras vidas, identificar y reconocer prioridades así como factores de riesgo que nos puedan llevar a procrastinar, preguntarnos: ¿qué es lo peor que me puede pasar en mi vida si sigo procrastinando?, se debe adquirir compromiso y responsabilidad en todos los ámbitos de nuestra vida, optar por un entorno de trabajo sin distracción, programar nuestros días por medio de pequeñas tareas a realizar, reforzar positivamente el esfuerzo al iniciar la tarea, los pequeños avances, visualizarse recibiendo la recompensa por hacer las cosas bien.

Reconoce los hábitos más apropiados para tu vida, busca la excelencia, Habitus proyecto social 8619 te acompaña, justo ahora es el mejor momento, busca la transformación de emociones que generen pasión por la vida… si no es ahora, entonces ¿cuándo?....

Alejandro Vélez Giraldo
    Trabajador social y terapeuta en adicciones de Habitus.

sábado, 22 de junio de 2019

La cotidianidad en un centro especializado en adicciones y salud mental: Del castigo a la esperanza.


La cotidianidad en un centro especializado en adicciones y salud mental: Del castigo a la esperanza.


Seres humanos “sin valores, crueles, negativos, inmorales (hasta que ingresan a tratamiento)” versus esperanza, oportunidad, talento, cualidades. Estas son las contraposiciones que conversan en un lugar donde la ilusión por superar una adicción es el factor común que reúne a cientos de personas al año.


Seres humanos con talentos, cualidades, valores y principios, son las personas que allí conviven. Sus experiencias en calle, en centros penitenciarios, el maltrato, las drogas, el abandono, la desesperanza, la desilusión por la vida, las muertes violentas, los delitos son los temas que con mayor frecuencia median las conversaciones informales.

En el lugar habitan 30 personas y más de 90 ilusiones por tener vidas diferentes, y aunque constantemente ellos se autoetiquetan como seres humanos “sin valores, crueles, negativos, inmorales (hasta que ingresan a tratamiento)”, la visión de un porcentaje importante del equipo psicosocial que los ayuda es diferente: esperanza y oportunidad de vida son las palabras que componen los lentes de los profesionales.

Pero, ¿Porque se presenta esta contraposición hablando de los mismos seres humanos?
El miedo se irradia en la mirada de los residentes, la desesperación y la esperanza por encontrar una solución definitiva al sufrimiento que han experimentado incluso mucho antes de iniciar con el consumo y abuso de sustancias psicoactivas es un factor común a la mayoría, seres humanos que se culpabilizan a diario y se autoflagelan por anestesiar las emociones que quizás no les enseñaron a manejar, o por experimentar frustración en una situación en la que era probable fallar y por lo tanto se podía haber manejado en compañía de figuras parentales.

Ingenieros civiles, chefs, docentes, ingenieros eléctricos,  administradores de empresas, formadores, sociólogos, mecánicos, maestros de obra, padres, hermanos, hijos, dibujantes excepcionales, psicólogos en formación, filósofos, entre otros, son los mismas personas que se quitan valor por los paradigmas sociales que durante varios años los invalidaron y enseñaron a ellos y a sus familiar a ver el consumo de sustancias psicoactivas como un PROBLEMA MORAL que necesita del palo y el rejo para poder “curarlo”. Es así como en los tratamientos residenciales se demandan constantemente castigos fuertes, “voces muy enérgicas (gritos)”, tratos denigrantes, degradantes, sufrimientos físico y psicológico, por nombrar algunos, para poder “curarse”; paradigma que se traduce en “la letra con sangre entra”.

¿Para cuándo los sueños, la esperanza y la ilusión? Para cuando cada uno a su ritmo va construyendo el barco en que ira a navegar (metáfora que media los espacios terapéuticos y pedagógicos para explicar que no se trata de buscar un mar en calma, sino de estar preparado para enfrentar cualquier tormenta que se presente), los tripulantes que conformaran su equipo y los insumos que podría utilizar para resistir a las dificultades. Desde esta posición, cada residente ha logrado trascender la adicción como el problema moral que les quitaba valor para la sociedad y por el contrario ha permitido crear rutas de navegación (metas – sueños) que los moviliza a tomar acción en sus vidas.

 Daniela Vallejo Jaramillo, Trabajadora Social de Habitus.