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miércoles, 25 de diciembre de 2019

Lo bueno de lo malo, I


Lo bueno de lo malo, I


Sabemos que la luz es luz porque conocemos la oscuridad, la alegría es mayor en la medida que hemos experimentado la tristeza, y amamos más a alguien al estar con nosotros cuando hemos vivido su ausencia. Negar el lado negativo de la vida no solo es ilógico, sino que hace perder valor a lo positivo y que todo sea más confuso, incluso si es positivo y bonito.    


En 2002 una película protagonizada por Al Pacino y Robin Williams, llamada “Insomnia”, contaba la historia de un prestigioso detective de Los Ángeles, que junto a su compañero es enviado a un pueblo de Alaska para investigar el asesinato de una adolescente. Aunque la trama de la película es muy profunda y su mensaje se centra más en lo psicológico y lo moral, en esta ocasión evoco esta producción para resaltar que a causa de que el detective llega a este pueblo en verano, lo que en Alaska significa que los días y las “noches” estén siempre iluminadas por el sol, es decir, el sol nunca se pone y siempre hay luz de “día”, este personaje no puede dormir bien o casi nada por la falta de oscuridad; que es a lo que su cerebro está acostumbrado para entrar en estado de sueño, lo que lo lleva a que cometa errores tontos de novato por falta de sueño y que el asesino se aproveche de ello para manipular al agente a su favor.  


… el día pierde su significado si no hay noche, la luz no tendría su magia si no conociéramos la oscuridad, lo bueno no sería tan bueno si no experimentáramos lo malo para poderlo comparar, la alegría es tan placentera porque conocemos la tristeza.


Uso el ejemplo anterior para destacar que todo en la vida necesita de sus opuestos para tener sentido y ser lo que es, esto es, la vigilia (estar despierto) pierde su sentido cuando no se puede dormir y la mente enloquece, de igual manera el día pierde su significado si no hay noche, la luz no tendría su magia si no conociéramos la oscuridad, lo bueno no sería tan bueno si no experimentáramos lo malo para poderlo comparar, la alegría es tan placentera porque conocemos la tristeza. Lastimosamente aunque parece muy lógico, actualmente la mayoría de nosotros no lo vemos así y creemos que en nuestras vidas solo puede existir lo positivo y lo bueno, no soportamos lo negativo y lo malo, y lo peor de todo es que lo evitamos a toda costa llegando a extremos absurdos que irónicamente hacen que perdamos el sentido de la vida, sin comprender que lo negativo da contexto a lo positivo y que gracias a estos dos aspectos de la vida todo tiene sentido.

Hace poco analizaba con una persona de mucha edad; una abuela, el porqué de la situación actual de la mayor parte de los jóvenes de este país (Colombia), quienes parecieran que no tienen valores que los guíen a sus tempranas edades, que no soportan la frustración y se refugian en las drogas, el sexo irresponsable, las compras y la vida nocturna (rumba), pero a la vez analizábamos porqué siendo de la misma época, con acceso a las mismas tecnologías, a los mismos placeres y libertad, otros jóvenes parecen tener una vida llena de sentido y logran aceptar la frustración como parte de la vida, se permiten estar tristes sin por eso pensar que es el fin de sus vidas y que todo ha perdido valor solo por experimentar una pérdida o un duelo. Y concluíamos que la diferencia puede estar en que los primeros están influenciados por la propaganda irresponsable del comercio y de otros igualmente confundidos (artistas, influencer, youtuber), mientras que los segundos logran pensar por sí mismos, y siempre han tenido a su lado personas responsables que los alientan a cuestionar lo que la sociedad acepta como cierto y normal, además de que no ven los valores como algo anacrónico o tonto, sino como algo que les evita cometer muchos errores que otros en el pasado pudieron superar y que por ello validaron lo que ahora conocemos como valores morales y espirituales.


Hemos llegado a tal punto de alienación de nuestras mentes que nos impacta más emocionalmente lo que le pueda pasar un personaje de una serie de televisión o de una saga de películas, que lo que le pueda suceder a un niño en la calle, a un animal desamparado, a un anciano sin familia, a una familia desplazada o extranjera que llega a nuestro país en busca de comida y mejor vida.


En psicología se habla de eventos privados refiriéndose a lo que sucede en la psique de una persona al analizar una situación y generar un significado a partir de lo que para ella es importante, en un contexto, y teniendo en cuenta toda su historia de vida (experiencias). No es posible que si todos tenemos eventos privados diferentes, una marca de zapatos o de ropa nos diga que nuestra felicidad está en comprar y lucir sus productos, que una empresa de telefonía celular nos dicte que lo más importante para una persona no es lo que sientas por ella, sino que se lo hagas saber por medio de una red social o de un celular. Hemos llegado a tal punto de alienación de nuestras mentes que nos impacta más emocionalmente lo que le pueda pasar un personaje de una serie de televisión o de una saga de películas, que lo que le pueda suceder a un niño en la calle, a un animal desamparado, a un anciano sin familia, a una familia desplazada o extranjera que llega a nuestro país en busca de comida y mejor vida. Todo esto porque no soportamos el dolor, la frustración, la pérdida, lo real, y sentir empatía por un personaje ficticio no compromete nuestros recursos emocionales, mientras que responsabilizarnos de nuestra vida propia y social; con lo bueno y lo malo, implica involucrarnos realmente y “untarnos” de realidad, pues nos han enseñado a no soportar algo si no es color rosa, bonito, amable, lleno de cosas materiales, de personas “bonitas”, ricas, “perfectas”.

El dolor, la pérdida, la frustración, los duelos, lo negativo, hacen parte de la vida, son reales y nos debemos permitir sentirlos cuando aparecen, evitarlos hará que lo bueno, lo bonito,  lo positivo, lo  agradable, o tener a alguien al lado, pierdan su sentido por no haber un contexto para compararlos, y finalmente todo pierda significado, lo que sirve para explicar en gran parte por qué personas que lo tienen “todo” pierden el amor por la vida y prefieren renunciar a ella.



Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus

domingo, 1 de diciembre de 2019

La efímera felicidad de tener sin ser


La efímera felicidad de tener sin ser




Es posible que ser feliz sea tan evidente y sencillo, que incluso sea casi imposible concebirlo para la mayoría de nosotros. Si bien precisamos de lo material para vivir cómodos en este mundo, también es menester que reconozcamos que la mayor parte del tiempo sentimos necesidades y vacíos que no llenan las cosas materiales, y que lo más importante para la vida ni siguiera es tangible; el amor, el aire, el reconocimiento, el respeto, la tranquilidad espiritual, todo esto es intangible, pero sin ello hasta la mejor comida deja de serlo.   


Todos en algún momento hemos tenido la sensación persistente de sed cuando nos deshidratamos, ante lo cual tomamos agua por grandes cantidades sin sentir alivio, por lo que surge la necesidad imperante de seguir tomando agua y como resultado tenemos la percepción de tener el estómago lleno de líquido pero seguir con sed. Luego de tener dichas experiencias de sed persistente hemos comprendido que la forma de mitigar dicha sensación y devolver el equilibrio a nuestro cuerpo es tomar líquidos o comer frutas que contengan electrolitos, ya que consumir solo agua dejará la sensación incomoda de llenura sin hidratarnos.  

En esta época en la que la mayor parte del planeta celebra la navidad, lo cual se reduce simplemente a la compra de artículos; la mayor de las veces innecesarios, a muchos se nos antoja comparar esta práctica de consumo con la deshidratación del cuerpo por pérdida de electrolitos y que insistimos con saciar solo con agua. Es curioso ver como todos corremos a llenar los almacenes y los centros comerciales para hacer compras exageradas tan solo porque el comercio nos dice que hay promociones y rebajas, aunque en realidad más de la mitad de lo que nos ofrecen sea innecesario. Pero todo este fenómeno tiene una explicación, o al menos desde una perspectiva psicológica.


… deberíamos comprender que aunque las necesidades materiales sean más evidentes, las necesidades emocionales y espirituales son incluso más importantes de satisfacer aunque no sean tan evidentes como las anteriores…


Es así como, sin excepción, al pasar un tiempo, luego de las compras, la euforia desaparece, la novedad de lo nuevo ya no existe y la necesidad de hacer nuevas compras vuelve a atacar, y así hasta que la persona comprende que llenar su vida de cosas materiales jamás llenara sus necesidades fundamentales; las emocionales. Es importante dejar claro que en ningún momento estamos afirmando que las cosas materiales se deban evitar y que la alegría de tenerlas no es real para todos, es real porque vivimos en un mundo en el que lo material es necesario para nuestro desarrollo físico y social. Pero una cosa es aceptar que lo material hace parte de nuestro mundo, y otra muy distinta creer que es lo único y lo más importante.


La vida, más que tener, se trata de agradecer y disfrutar del camino.


La semana en la que este artículo se escribió, una noticia nos estremeció, una niña de 11 años se suicidó en la ciudad de Cartago (Valle del Cauca, Colombia). Es inevitable no pensar en los posibles motivos que pudo tener una niña de tal edad para tomar semejante decisión, y además tener la templanza emocional para ejecutarla sin retroceder en el camino. Las razones solo las supo la niña, y para ella fueron tan reales como su propia vida y muerte, pero uno podría especular que debió ser algo que no comprendía si nos basamos en su nivel de desarrollo cognitivo y emocional, y tal vez moral, de acuerdo a su edad cronológica. Tanto esta niña como otros que en los últimos meses se has suicidado en Colombia; gran parte de ellos adolescentes, como también el resto de nosotros, deberíamos comprender que aunque las necesidades materiales sean más evidentes, las necesidades emocionales y espirituales son incluso más importantes de satisfacer aunque no sean tan evidentes como las anteriores, pero así como el cuerpo nos alerta de su deshidratación a través de la sed intensa y que el solo consumo de agua no la sacia, así nuestra necesidad persistente de llenar nuestras vidas de lujos materiales sin llegar a satisfacernos es la alerta de nuestro espíritu de que su necesidad sigue sin satisfacerse.

Acudir a un consejero, a terapia psicológica, a prácticas espirituales y hasta religiosas, debería ser una prioridad en nuestras vidas para conocernos, encontrar sentido de vida y aprender a disfrutar de todo en la abundancia y en la escases. La vida, más que tener, se trata de agradecer y disfrutar del camino.



Iván Rendón Giraldo, Psicólogo de Habitus