¡Pasión por la vida!, al transformar emociones que inspiren innovación humana.
jueves, 29 de marzo de 2018
martes, 27 de marzo de 2018
¿La educación es para inspirar o para imponer?
¿La
educación es para inspirar o para imponer?
Los adultos, aquellos que
estamos llamados a ser responsables de la educación de las generaciones nuevas,
fallamos en esta misión cuando trasladamos nuestras expectativas personales a
dicha educación, y peor aun cuando
dejamos que la ironía de la vida cotidiana, la que incluye nuestra doble moral,
migre al área en la que pretendemos formar personas responsables y buenos
ciudadanos.
Es
muy curioso cómo hemos aprendido a convivir con la ironía como parte normal de
la vida, e incluso la fomentamos y seguimos como si nada. Es por ello que al
contratar a un empleado nos centramos en sus habilidades laborales, pero casi
siempre lo despedimos por no tener habilidades para relacionarse con sus
compañeros. Aplaudimos a las estrellas de rock por ser rebeldes, pero los
juzgamos cuando sus actos no están de acuerdo con nuestras expectativas.
Juzgamos que los políticos sean corruptos o que los guardas de transito se
dejen sobornar, pero nos enojamos cuando uno de ellos nos va a sancionar y no
responde a nuestro soborno. Peor aún, educamos a nuestros niños y jóvenes para
ser calculadores, fríos y competitivos, pero luego decimos que a las nuevas
generaciones se les olvidaron los valores y la calidad humana.
En
fin, queremos una cosa pero insistimos en otra, en especial con la educación. Queremos
personas pero formamos maquinas autómatas, pues seguimos convencidos que
atiborrar a nuestros hijos de datos, nombres, formulas y frases construidas los
harán grandes personas. Muy seguramente muchos de ustedes serán como yo, que
siendo colombiano y habiendo escuchado el himno
nacional toda mi vida no sé ni que significan la mitad de sus estrofas,
personalmente no supe hasta ya muy viejo que era “Inmarcesible”, pues jamás en
la escuela mis profesores se atrevieron a explicarme el himno, pero eso sí, me
gané más de un golpe con una regla de madera por no cantarlo mecánicamente tal
como ellos lo hacían.
En
casa no dejamos a nuestros hijos tomar decisiones aunque sean muy pequeñas, y
les argumentamos que son inmaduros e inexpertos para hacerlo, y que nosotros
tenemos toda la autoridad (por el simple hecho de ser viejos, o al menos
adultos) para hacerlo por ellos. Pero vuelve la ironía, cuando son adolescentes
les exigimos que sean maduros y que sepan tomar decisiones responsables (así,
de la noche a la mañana), como si hacerlo dependiera solo del permiso del adulto para empezar, que ironía.
Cuando
analizo estas ironías de nuestra cultura educativa, y las comparo con las
historias de grandes empresarios, los revolucionarios que han cambiado el
mundo, los hacedores de grandes avances y los grandes genios, me doy cuenta que
en su gran mayoría (por no decir que
todos) no pudieron encajar en ese estilo de educación, en la de repetir por repetir,
en esa en que lo que uno aprende en el aula no aplica al salir al recreo (son
dos mundo diferentes y opuestos).
En
definitiva lo que más preocupa; al menos a algunos de nosotros, es que cuando
un niño o adolescente no funciona en este sistema educativo, tenemos la osadía
de decir que él fracasó, que no funciona, o peor aún, que no tiene la capacidad
cognitiva para hacerlo, como si cuando a uno le tallaran los zapatos la
solución fuera echarle la culpa a los pies en vez de cambiar de zapatos. Los grandes
pedagogos y pensadores del planeta aseguran que la educación debería ser
una oportunidad para inspirar, para
despertar el gigante interior, para que el niño amplíe su mente, que se sienta
orgulloso de pensar por sí mismo, que genere ideas nuevas, para que cuestione la
sociedad y sus paradigmas, y luego, cambie el mundo (este del que tanto nos
quejamos), no debería ser la oportunidad para depositar nuestras expectativas
rancias y nuestros pensamientos; que son nuestros, y no por ello correctos o únicos.
La
educación no debería ser parte de la ironía de nuestra sociedad, debería ser la
herramienta para desterrarla de la vida práctica. Que un niño no quiera ir a la
escuela y que prefiera quedarse en casa o hacer cualquier cosa diferente
debería ser suficiente para que nos demos cuenta que no los estamos inspirando,
que no sienten que los estemos preparando para la vida, que los estamos matando
de aburrimiento… la pedagogía es otra cosa.
Iván
Rendón Giraldo, Psicólogo.
viernes, 23 de marzo de 2018
La adicción requiere de mucho más que la droga para su aparición...
Un Parque que evitó a las ratas la
adicción a las drogas
Son
muchos los que siguen deslumbrados por un espejismo que expone como único
problema de las adicciones, a las drogas, sin advertir que el problema no es el
químico como tal, pues sin la presencia de otros factores la adicción tiene
pocas probabilidades de aparecer, incluso hasta la propia curiosidad de
consumir la sustancia disminuiría.
El fenómeno social de
las sustancias psicoactivas (SPA) y la “adicción” que muchos consumidores
experimentan, es un problema social que pone de cabeza a los gobiernos y a la
sociedad en general. Drogas como la cocaína, la heroína, los inhalantes y la
marihuana son consumidas cada vez más por las personas a nivel mundial sin
importar el sexo, la edad o la condición social. Lo curioso de todo esto es que
la orientación del ser humano a modificar sus estados de consciencia ha sido
desde siempre, y para ello ha recurrido a diferentes métodos y herramientas,
desde el consumo de plantas, pasando por la privación del sueño, la meditación
y la oración, entre otros.
Aunque la literatura
nos muestra que en épocas remotas ya se evidenciaba la adicción a estas
sustancias en los seres humanos, nunca como ahora la humanidad había
experimentado niveles tan altos de adicción a las SPA. Pero este fenómeno se
debe mirar más detenidamente, pues no podemos dejarlo sólo en una primera impresión.
En los años 70 del
siglo pasado, el profesor Bruce
Alexander conformó un equipo de científicos con Barry Beyerstein, Robert Coambs y Patricia Hadaway, y retomaron
experimentos con ratas albinas aisladas en jaulas unitarias en los años 50, en
los cuales les habían suministrado dosis constantes de Heroína y luego las
entrenaron para que ellas mismas se auto-administraran las dosis activando una
palanca. Esta vez tenían los científicos dos grupos de ratas, uno aislado individualmente
en jaulas y otro en un espacio común en el que además añadieron elementos con
los que podían jugar, explorar y dañar, también a este segundo grupo le
dibujaron en las paredes paisajes que asemejaban un parque, por lo que lo
llamaron “El Parque de las ratas”.
En el experimento
inicial de los años 50 y 60, las ratas después de adquirir su “adicción” a la
Heroína, la mayoría de ellas empezó a preferir la droga en vez de agua y
alimento, dejándose morir por abandono. En el nuevo experimento el profesor
Alexander y su equipo repitieron la tarea con ambos grupos de ratas (las de las
jaulas y las del “parque”), buscando generar en ellas “adicción” a la Heroína,
lo cual lograron con éxito en todas las encerradas en las jaulas
individualizadas, pero no del todo en las que estaban en el “Parque de ratas”;
éstas mostraron un comportamiento diferente, evidenciando que por voluntad
evitaban los efectos de la droga cuando tenían otras alternativas como comida y
agua, y no consumían la Heroína aunque estuviera disponible y a pesar de estar
experimentando síndrome de abstinencia (temblores y fuertes dolores).
Finalmente Alexander
concluyó que: a) debían manipular el ambiente para convencer a las ratas de
adquirir la adicción, b) que las ratas del “Parque de las ratas” presentaban
poco apetito por la droga debido al ambiente natural y la compañía de otras
ratas, y las de las jaulas adquirían su adicción como resultado del encierro
constante, y c) que para que se presentara la adicción a la droga la sustancia
química no es el único factor necesario, sino que deben existir otros: físicos,
mentales y sociales.
A pesar del
escepticismo de muchos, este experimento y otros más nos deben llevar a repensar
nuestro discurso frente a las drogas y su supuesto carácter demoniaco, pues es
obvio que el consumo de la sustancia química por sí sola no produce la
adicción, deben haber otros factores que lleven a que se genere una huella
psíquica que permita el enganche y posterior dependencia. Una personalidad
débil, una ambiente social desfavorable, pocas habilidades sociales y
emocionales, y relaciones familiares disfuncionales son el caldo de cultivo
óptimo para la aparición de la adicción a las SPA.
En mi experiencia de
trabajo con personas adictas he podido observar en las historias de vida de
estas personas la constante presencia de al menos dos de esos factores: Relaciones
conflictivas con padres o figuras representativas, permanentes presiones de
pares para consumir, personalidades construidas bajo la represión y el abuso,
poca educación emocional, además de ambientes violentos, son las comunes en sus
relatos de vida.
Si seguimos creyendo
que la droga es el problema, seguiremos enfocando toda nuestra atención y
esfuerzo en luchar contra ella, dejando de lado lo verdaderamente importante:
construir ambientes mejores para nuestros niños y jóvenes, educar
emocionalmente desde la escuela y la familia, formar desde la libertad y no
desde el temor, buscar alternativas para mejorar nuestro modelo de familia y
ver a la persona en todo su esplendor, estas deberían ser nuestras prioridades
como sociedad.
Iván Rendón Giraldo, psicólogo.
¿Sumas, o restas? la pasión por lo que hacemos...
¿Sumas, o restas?
La pasión con la que hacemos nuestro trabajo, sin importar cuál sea, afecta a otros, a la sociedad, y afecta nuestro sentido de vida. Amar lo que se hace es tal vez la mejor manera de cambiar el mundo, de aportar y dejar huella. Esto es especialmente importante en las ciencias humanas, en las que trabajamos directamente con personas, sus sueños, sus metas y su futuro.
Hace poco fue nominado al premio Global Teacher Prize el pedagogo Luis Miguel Bermúdez reconociéndolo entre los mejores maestros del mundo, esta nominación es considerada como el Nobel de los maestros. Bermúdez fue nominado por innovar con su estrategia pedagógica en ciudadanía sexual con adolescentes del colegio Gerardo Paredes en la ciudad de Bogotá Colombia, pues al aplicar su propuesta logró reducir a cero el embarazo no deseado en los adolescentes impactados por la iniciativa.
Al escuchar sobre la iniciativa del pedagogo Bermúdez, podría analizar un poco la educación de nuestro país, sus modelos pedagógicos obsoletos, o mejor aún, argumentar sobre la labor y perfil de algunos docentes y maestros del mismo, sin embargo me gustaría mejor que cada uno de nosotros analizara si suma o resta a nuestra sociedad.
Podríamos traer el súper modelo educativo de un país como Finlandia o Japón, los cuales son considerados como los mejores del planeta, pero de que nos sirviría si contamos con muy pocos docentes apasionados por la academia, apasionados por preparar sus clases, apasionados por dar ejemplo, apasionados por formar mejores ciudadanos o sencillamente apasionados.
Hay muchos pedagogos sin amor a la labor, sin sentido de pertenencia por su institución, sin capacidad de escucha con los escolares o sencillamente convencidos que nuestros niños, niñas y adolescentes son vasijas vacías que deben llenar con conocimientos. ¿Será que con estas características de muchos de nuestros docentes, los modelos educativos de Finlandia o Japón funcionarían en Colombia? Ahora bien, si analizamos otros perfiles para el resto de labores, profesiones y oficios que en este país se desempeñan, me pregunto ¿cuántas personas se levantan cada día para trabajar con pasión, con vocación y con determinación sumando un granito de arena para cambiar el mundo?, no lo sé, nadie lo sabe al no existir estudios científicos que nos revelen porcentajes. Sin querer globalizar y sin irnos muy lejos quisiera preguntar ¿cuántas personas en la empresa en que usted trabaja lo hacen por que aman profundamente lo que hacen? ¿Cuántas personas en el supermercado o lugar donde usted merca se destacan por su excelente servicio al cliente, porque les apasiona lo que hacen? Me sigo preguntando, ¿cuantos amigos, amigas o familiares se quejan constantemente por tener que trabajar en algo que les aburre, porque no hay nada más que hacer? Desafortunadamente conozco a muchos profesionales, especialmente de las ciencias humanas, que les interesa muy poco el otro, no escuchan, juzgan e imponen sus prejuicios a la hora de dar diagnósticos en planes de tratamiento, he notado que hasta les cuesta saludar como si esto arruinara su ego.
También en mi experiencia laboral he conocido personas y profesionales exitosos que definitivamente dan más que lo que piden sus funciones, llegan más temprano y se van tarde con una gran sonrisa en sus rostros por la sensación del deber cumplido y mejor aún, nunca se quejan, profesionales que como el pedagogo Bermúdez siempre suman para una mejor sociedad.
Estas personas y profesionales definitivamente hacen que una empresa, un instituto, una escuela y una sociedad como la nuestra, se mantengan y no terminen en un abismo mucho más profundo como en el que hoy nos encontramos.
Será que solo el gobierno, los políticos, los partidos políticos, los dirigentes, las leyes, la constitución son los únicos responsables de cambiar nuestro país, no lo creo, lo hacemos cada uno de nosotros, analizando lo que hacemos como padres apasionados por nuestros hijos, como docentes amantes de la pedagogía, como médicos que previenen enfermedades más que curarlas, como psicólogos que aman al ser humano sin juzgamiento ni prejuicios. Pensemos si realmente lo que hacemos diariamente ocho horas o más al día, es lo que nos apasiona, o es lo que nos tocó, si realmente nos levantamos todos los días plenos con nuestra vida y con nuestra profesión, o sencillamente lo hacemos para poder pagar la renta y los servicios.
Suena paradójico pretender tirar el trabajo actual a la basura porque no te apasiona, o generar renuncias masivas por buscar realizar nuestros sueños, pero mientras meditas para tomar decisiones con tu vida, recuerda que somos parte de una sociedad, que lo que haces con pasión o no, afecta a una organización y afecta a los demás de manera positiva o negativa. Recordemos que somos parte de un país y un universo, busquemos todas las razones positivas posibles para mejorar la actitud con la que realizamos nuestro trabajo, busquemos todas las razones posibles para respirar profundo cada día y hacer de las próximas ocho horas laborales las más divertidas y emocionantes, encuentra razones para marcar la diferencia en tu trabajo y para sobresalir de manera positiva. Suma, y no restes a tu sociedad.
Ximena Arias Rivera, Pedagoga Reeducativa
sábado, 17 de marzo de 2018
Las Prácticas Restaurativas como alternativa en la escuela
Las Prácticas
Restaurativas como alternativa en la escuela
En
la mayoría de las situaciones de agresión o discriminación en las instituciones
educativas, intervenir desde el dialogo y la escucha entre ambas partes sería
suficiente para reducir el impacto de las consecuencias y evitar que el hecho
se vuelva a repetir, es allí donde las Practicas Restaurativas aparecen como
alternativa ideal.
Muy interesante es ver que
los actos de discriminación, conductas agresivas y asociales ya no son
exclusivas de colegios públicos o de estratos bajos, pues en los periódicos y
en los noticieros vemos como estas conductas indeseables se vienen
generalizando en los adolescentes sin importar la clase social. Podríamos
analizar las posibles fuentes de este comportamiento, tales como: los medios de
comunicación, las redes sociales, la falta de un sentido crítico ante la
información a la que se tiene acceso, la misma familia, entre otros, pero aquí
intentaremos mejor analizar algunas alternativas para enfrentar y solucionar
tan preocupante fenómeno.
Es común escuchar a
muchos eruditos en la educación que los valores se enseñan en la casa y que la
escuela se debe encargar sólo de los conocimientos específicos necesarios para
enfrentar el mundo laboral, lo cual sería posible en una sociedad ideal; aunque
algunos no estamos totalmente de acuerdo con ello, pues la escuela debe ser
igualmente moldeadora de valores, y en especial debe fomentar la construcción
de formas cognoscitivas más que entregar sólo cognición (conocimiento, datos) a
sus estudiantes, es decir, más que conocimientos, debe enseñar a aprender. Es
así como una escuela, un colegio, o cualquier institución educativa debe
cerciorarse de que todo su ambiente sea pedagógico, desde la portería, hasta la
rectoría, pasando por la administración, sus métodos de enseñanza y los
espacios no formales. El conocimiento teórico es muy importante, pero
igualmente importante es el desarrollar habilidades emocionales, sociales y
comunicativas adecuadas para vivir en sociedad, lo cual no debe ser concebido
como otras materias o para ser impartidas en espacios diferentes a los de las
materias tradicionales, pues no es algo que se aprenda enviando al estudiante
al psico-orientador o en talleres dos veces al año en retiros espirituales. Es
algo que se debe aprender en cada momento, en cualquier materia, con cualquier
maestro o instructor, con el ejemplo, la
participación y un ambiente que invite a la convivencia y la armonía.
Cuando ya se han
presentado las situaciones de agresión, discriminación u otras conductas indeseables,
la mayoría de los colegios se muestran incapaces de enfrentar la situación, y
sus directivas deciden que lo mejor es expulsar al estudiante para proteger a
los demás, lo cual tiene lógica, pero no es éticamente correcto, pues
desperdiciamos la oportunidad de ayudar a este estudiante victimario y lo
lanzamos a la sociedad con sus confusiones, y muy seguramente se convertirá en
un problema mayor para otras instituciones o para la sociedad en general. Los
psicólogos tenemos claro que una conducta es la expresión manifiesta de
sentimientos y emociones elaboradas o no de un sujeto, por lo que cuando un
niño o adolescente tiene un comportamiento inadecuado está exteriorizando algo
que no comunica en palabras y que puede estar atormentándolo.
La justicia tiene
alternativas para enfrentar situaciones inadecuadas en las que el victimario y
la victima pueden participar para corregir el daño y disminuir el impacto de
las consecuencias. Una de ellas son las Prácticas Restaurativas (que son
aplicables perfectamente a ambientes como la escuela), en las cuales, al
identificar el acto ofensivo contra uno o varios sujetos se actúa lo antes
posible para sensibilizar a ambas partes frente a alternativas de reparar el
daño y así disminuir las probabilidades de que se vuelva a presentar la
conducta en el futuro. Para ello no sólo se debe ver la situación como una
oportunidad para educar y formar, sino que se interviene al victimario desde
sus emociones y la raíz de su conducta, a la vez que la o las víctimas se
permiten escuchar y ser escuchados generando así niveles más amplios de consciencia
ante las consecuencias de sus actos en ambos lados.
Para aplicar Prácticas
Restaurativas los docentes y directivos deben tener una visión amplia de lo
que es la educación, la cual debe incluir las emociones y la capacidad para
comunicarlas y modificarlas cuando es necesario, dejar de ver las opciones
coercitivas como única herramienta para enfrentar situaciones de violencia o
discriminación, desdramatizar y dar soluciones prácticas, y lo más importante,
ayudar a los estudiantes agresivos a superar sus confusiones reduciendo la
inversión emocional que en ellas invierten.
Iván Rendón Giraldo, Psicólogo
jueves, 15 de marzo de 2018
Los sentidos… Un desafío para los padres.
Cuando
nos enteramos que seremos padres y que iniciaremos una fascinante aventura y el
mayor de los retos de nuestras vidas, nos invade una sensación de miedo; miedo
a tal responsabilidad, miedo a creer que nuestros hijos no encuentren la tan
anhelada felicidad; especialmente el miedo a sentir que de alguna manera
podemos generar o transmitir miedos o
frustraciones.
Últimamente en el discurso
de muchos abuelos y personas adultas repiten frases como “Esta juventud de ahora está perdida y descontrolada” y entonces me
pregunto: ¿Cómo fueron orientados esos adolescentes de antes, los cuales son
los padres de los jóvenes actuales? Obviamente en muchos de esos modelos de dos
o más generaciones atrás predominó el miedo, miedo a las figuras de autoridad,
miedo a salirse de las normas y parámetros establecidos, miedo a opinar, a debatir
o argumentar, pues lo único que tenía valor y lo que importaba eran las decisiones
y opiniones de los adultos proveedores, frases, como: ¡No llore!, ¡Cállese! o ¡usted no sabe!, marcaron la formación de
mis padres y de una generación con frustración o invalidación del niño y del adolescente
….muchos de esos adultos orientados por el miedo son ahora los padres de
nuestros adolescentes actuales, los mismos que al parecer “Están perdidos”.
Con esta opinión no se busca
generar un debate sobre los modelos apropiados de crianza o responsables de la
situación actual del país en cuanto a adolescentes se refiere. Por el
contrario, se busca es realizar un análisis e interpretación objetiva de lo que
pasa con nuestros chicos; pero no con todos los del país, sino de manera mucho
más específica, hablemos solo de nuestros niños, niñas y adolescentes, los que
se encuentran en nuestros hogares.
El doctor Santiago Duque, en su intervención
sobre El síndrome del niño hiperregalado explica: “cuando un papá dice: ´Yo
quiero darle a mi hijo lo que yo no tuve´…. le puede dar lo positivo que no
tuvo, pero también lo negativo que no tuvo. En la formación es ciertamente necesario
un nivel de frustración, porque la vida no es un placer infinito”.
¿Cómo un padre puede saber
cuando esta cayendo en excesos, cuando está vulnerando, cuando está llegando a
limites traumatizantes? Si partimos del ejemplo del doctor Duque, nuestra
intención puede ser brindarle lo mejor o lo que nunca tuvimos, sin embargo
existe un riesgo demasiado alto al creer que debemos formar a nuestros hijos
con base a una buena intención. Existen muchos expertos que pueden orientar
métodos y estrategias de abordaje para ser mejores padres, pero ninguna tiene
validez si omitimos la más simple pero no menos importante; un mecanismo natural
que nace más desde el corazón y el amor que de la razón: interpreta a tu hijo
con todos los sentidos, ¡simple!
Los sentidos hacen parte del
ser humano como un mecanismo para explorar el mundo y de relación humana desde
el momento de la concepción, por medio de mis sentidos puedo relacionarme e
interactuar eficazmente con el otro; por lo tanto, lo primero es hacer
consiente la exploración de los hijos a través de ellos.
Interpreta con todos los
sentidos a tus hijos; con la observación constante, en silencio, en sus
diferentes espacios, admira lo que hace con tus ojos, observa como actúa, como
opina, como miente. Observa sus movimientos, cuando camina, cuando danza,
cuando corre, cuando llora, cuando ríe, encuéntrate frecuentemente con sus
ojos, con sus gestos. Con la escucha constante y en silencio, escucha su
música, sus gustos, sus historias, escucha sus necesidades e intereses, escucha
al ser que él o ella ama, a sus amigos, escucha sin hablar, solo escucha.
Con tus manos y en silencio,
toca sus manos, abrázalo, siéntelo entre tu pecho constantemente y en silencio,
siéntelo en su miedo, siéntelo en su éxito, siéntelo en su tristeza, siéntelo
en su felicidad, siéntelo en el dolor, solo siéntelo cerquita de ti
constantemente y en silencio. Con tu olor y el de él o ella, con tu olfato
conoces intereses, identificas gustos y necesidades, compartan olores.
Con tu boca, háblale sin juzgamientos
y reproches, háblale sobre tus sueños y necesidades, ellos deben aprender que
también eres un ser humano con miedos, fortalezas y debilidades. Deben saber
que te equivocas constantemente, y lo más importante, deben saber lo que sientes
por ellos. Comparte sus comidas preferidas, identifica sus sabores preferidos,
clasifica lo que quiere y lo que necesita por medio del gusto.
Todos los sentidos permiten
una estrategia real de interpretación, acercamiento y contacto directo y eficaz
con esos seres que amas, utilizando los sentidos aprenderás a conocer sus
verdaderas necesidades e intereses, aprenderás a reconocer competencias,
aprenderás a identificar qué realmente los hace felices.
Ximena Arias Rivera, Pedagoga Reeducativa.
martes, 13 de marzo de 2018
Prioridades, doble moral y educación
La
educación de mala calidad, una moral débil y construida por los medios de comunicación, y la incapacidad de distinguir entre lo bueno y lo importante,
llevan a una sociedad como la nuestra a desperdiciar una de sus mayares
oportunidades para respetar la vida, ser más equitativos, y escucharnos entre
todos para construir el país que soñamos para nuestros hijos y nietos.
Una antigua historia
cuenta que dos monjes que caminaban de un pueblo a otro, al llegar a la orilla
de un riachuelo, que debían cruzar para seguir el camino, se encontraron con
una hermosa dama; que por sus ropas largas dudaba en pasar dicha corriente de
agua. Uno de ellos le propuso a la dama que se subiera en sus hombros y que él
la llevaría hasta la otra orilla, lo cual ella aceptó. El otro monje, más
conservador que el primero, no estuvo de acuerdo con lo que vio, pero
permaneció en silencio. Luego de haber descargado a la dama prosiguieron su
camino, y luego de cierto trayecto el segundo monje no soportó su indignación e
inició sus reproches a su compañero de camino
por haber cagado en sus hombros a una mujer, argumentando sus votos de
castidad, la prohibición de tener contacto con mujeres, el acercarse tanto a la
tentación, y otras más, lo cual hizo por varias horas de camino, mientras que
su compañero escuchaba sin refutar. Luego de tantos reclamos por parte de su
compañero, el primer monje rompió el silencio y parando en el camino soltó esta
sentencia a su amigo: “De cierto te digo que yo bajé de mis hombros a esa mujer
hace ya varios kilómetros, pero tú la llevas encima todavía”.
Esta educativa historia
se me asemeja a lo que nos viene pasando en Colombia a partir del Acuerdo de
Paz con las FARC y la posterior participación de éstos en política para las
elecciones de 2018. Pues a pesar de que el gobierno, las fuerzas armadas y el
grupo armado subversivo llegaron al acuerdo de darse la mano, aceptando así que
ninguno de los dos bandos venció al otro, y que en las votaciones del
Plebiscito para la implementación de los Acuerdos se observó que la población
campesina y la de la provincia (los afectados directamente por el terrorismo)
votó en su gran mayoría por el SÍ, son la clase política, los terratenientes,
los empresarios, las iglesias recalcitrantes y los que menos leen, los que desaprueban
el proceso, piden que se cambie todo el Acuerdo, y son violentos con los miembros
del nuevo partido de FARC cuando éstos hacen proselitismo.
Se me antoja que aquí
pueden estar influyendo varios factores, entre ellos una doble moral que nos
lleva a creer que podemos estar de acuerdo con salvaguardar la vida, pero solo
la nuestra, porque la de los soldados, guerrilleros y campesinos puede ser
sacrificable para poder saciar la sed de rabia y “venganza” de los que no van a
la guerra. Otro factor puede ser nuestra evidente incapacidad, como sociedad,
de priorizar lo importante, en este caso poner por encima de la gran
oportunidad de dejar de matarnos entre nosotros, perdonar e iniciar desde cero
con la oportunidad de escucharnos y pavimentar el camino del amor para las
generaciones futuras, por la de ver
quién gana una guerra desalmada. Y otro de tantos factores puede ser nuestra
pésima educación en habilidades para la vida (personales y sociales), ya que la
gran mayoría de las personas del común que piden a gritos cárcel para los ex guerrilleros
y su no participación en la política, no tienen la menor idea de lo que están
pidiendo y sus consecuencias, son personas con escaso criterio, pésimas
lectoras, que sin un sentido crítico frente a lo que escuchan se dejan llevar
por las intenciones perversas de aquellos a quienes la guerra lucra y
beneficia, tragan entero noticias por no atreverse a pensar con lógica, y como
dice la historia de los dos monjes, siguen creyendo que tiene derecho a juzgar,
aun cuando los directamente implicados en la guerra se dieron la mano y
decidieron que la muerte no era la salida a sus diferencias, que debían
perdonar y escucharse.
Si los que han sufrido
directamente los vejámenes de la guerra, ha perdido a sus seres queridos, han
visto la muerte habitar con ellos en sus pueblos, campos y casas, se dieron la
mano, ¿qué nos faculta a los demás para no perdonar y seguir hambrientos de
venganza?
Iván Rendón Giraldo, psicólogo.
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