Cuando
nos enteramos que seremos padres y que iniciaremos una fascinante aventura y el
mayor de los retos de nuestras vidas, nos invade una sensación de miedo; miedo
a tal responsabilidad, miedo a creer que nuestros hijos no encuentren la tan
anhelada felicidad; especialmente el miedo a sentir que de alguna manera
podemos generar o transmitir miedos o
frustraciones.
Últimamente en el discurso
de muchos abuelos y personas adultas repiten frases como “Esta juventud de ahora está perdida y descontrolada” y entonces me
pregunto: ¿Cómo fueron orientados esos adolescentes de antes, los cuales son
los padres de los jóvenes actuales? Obviamente en muchos de esos modelos de dos
o más generaciones atrás predominó el miedo, miedo a las figuras de autoridad,
miedo a salirse de las normas y parámetros establecidos, miedo a opinar, a debatir
o argumentar, pues lo único que tenía valor y lo que importaba eran las decisiones
y opiniones de los adultos proveedores, frases, como: ¡No llore!, ¡Cállese! o ¡usted no sabe!, marcaron la formación de
mis padres y de una generación con frustración o invalidación del niño y del adolescente
….muchos de esos adultos orientados por el miedo son ahora los padres de
nuestros adolescentes actuales, los mismos que al parecer “Están perdidos”.
Con esta opinión no se busca
generar un debate sobre los modelos apropiados de crianza o responsables de la
situación actual del país en cuanto a adolescentes se refiere. Por el
contrario, se busca es realizar un análisis e interpretación objetiva de lo que
pasa con nuestros chicos; pero no con todos los del país, sino de manera mucho
más específica, hablemos solo de nuestros niños, niñas y adolescentes, los que
se encuentran en nuestros hogares.
El doctor Santiago Duque, en su intervención
sobre El síndrome del niño hiperregalado explica: “cuando un papá dice: ´Yo
quiero darle a mi hijo lo que yo no tuve´…. le puede dar lo positivo que no
tuvo, pero también lo negativo que no tuvo. En la formación es ciertamente necesario
un nivel de frustración, porque la vida no es un placer infinito”.
¿Cómo un padre puede saber
cuando esta cayendo en excesos, cuando está vulnerando, cuando está llegando a
limites traumatizantes? Si partimos del ejemplo del doctor Duque, nuestra
intención puede ser brindarle lo mejor o lo que nunca tuvimos, sin embargo
existe un riesgo demasiado alto al creer que debemos formar a nuestros hijos
con base a una buena intención. Existen muchos expertos que pueden orientar
métodos y estrategias de abordaje para ser mejores padres, pero ninguna tiene
validez si omitimos la más simple pero no menos importante; un mecanismo natural
que nace más desde el corazón y el amor que de la razón: interpreta a tu hijo
con todos los sentidos, ¡simple!
Los sentidos hacen parte del
ser humano como un mecanismo para explorar el mundo y de relación humana desde
el momento de la concepción, por medio de mis sentidos puedo relacionarme e
interactuar eficazmente con el otro; por lo tanto, lo primero es hacer
consiente la exploración de los hijos a través de ellos.
Interpreta con todos los
sentidos a tus hijos; con la observación constante, en silencio, en sus
diferentes espacios, admira lo que hace con tus ojos, observa como actúa, como
opina, como miente. Observa sus movimientos, cuando camina, cuando danza,
cuando corre, cuando llora, cuando ríe, encuéntrate frecuentemente con sus
ojos, con sus gestos. Con la escucha constante y en silencio, escucha su
música, sus gustos, sus historias, escucha sus necesidades e intereses, escucha
al ser que él o ella ama, a sus amigos, escucha sin hablar, solo escucha.
Con tus manos y en silencio,
toca sus manos, abrázalo, siéntelo entre tu pecho constantemente y en silencio,
siéntelo en su miedo, siéntelo en su éxito, siéntelo en su tristeza, siéntelo
en su felicidad, siéntelo en el dolor, solo siéntelo cerquita de ti
constantemente y en silencio. Con tu olor y el de él o ella, con tu olfato
conoces intereses, identificas gustos y necesidades, compartan olores.
Con tu boca, háblale sin juzgamientos
y reproches, háblale sobre tus sueños y necesidades, ellos deben aprender que
también eres un ser humano con miedos, fortalezas y debilidades. Deben saber
que te equivocas constantemente, y lo más importante, deben saber lo que sientes
por ellos. Comparte sus comidas preferidas, identifica sus sabores preferidos,
clasifica lo que quiere y lo que necesita por medio del gusto.
Todos los sentidos permiten
una estrategia real de interpretación, acercamiento y contacto directo y eficaz
con esos seres que amas, utilizando los sentidos aprenderás a conocer sus
verdaderas necesidades e intereses, aprenderás a reconocer competencias,
aprenderás a identificar qué realmente los hace felices.
Ximena Arias Rivera, Pedagoga Reeducativa.
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