Un Parque que evitó a las ratas la
adicción a las drogas
Son
muchos los que siguen deslumbrados por un espejismo que expone como único
problema de las adicciones, a las drogas, sin advertir que el problema no es el
químico como tal, pues sin la presencia de otros factores la adicción tiene
pocas probabilidades de aparecer, incluso hasta la propia curiosidad de
consumir la sustancia disminuiría.
El fenómeno social de
las sustancias psicoactivas (SPA) y la “adicción” que muchos consumidores
experimentan, es un problema social que pone de cabeza a los gobiernos y a la
sociedad en general. Drogas como la cocaína, la heroína, los inhalantes y la
marihuana son consumidas cada vez más por las personas a nivel mundial sin
importar el sexo, la edad o la condición social. Lo curioso de todo esto es que
la orientación del ser humano a modificar sus estados de consciencia ha sido
desde siempre, y para ello ha recurrido a diferentes métodos y herramientas,
desde el consumo de plantas, pasando por la privación del sueño, la meditación
y la oración, entre otros.
Aunque la literatura
nos muestra que en épocas remotas ya se evidenciaba la adicción a estas
sustancias en los seres humanos, nunca como ahora la humanidad había
experimentado niveles tan altos de adicción a las SPA. Pero este fenómeno se
debe mirar más detenidamente, pues no podemos dejarlo sólo en una primera impresión.
En los años 70 del
siglo pasado, el profesor Bruce
Alexander conformó un equipo de científicos con Barry Beyerstein, Robert Coambs y Patricia Hadaway, y retomaron
experimentos con ratas albinas aisladas en jaulas unitarias en los años 50, en
los cuales les habían suministrado dosis constantes de Heroína y luego las
entrenaron para que ellas mismas se auto-administraran las dosis activando una
palanca. Esta vez tenían los científicos dos grupos de ratas, uno aislado individualmente
en jaulas y otro en un espacio común en el que además añadieron elementos con
los que podían jugar, explorar y dañar, también a este segundo grupo le
dibujaron en las paredes paisajes que asemejaban un parque, por lo que lo
llamaron “El Parque de las ratas”.
En el experimento
inicial de los años 50 y 60, las ratas después de adquirir su “adicción” a la
Heroína, la mayoría de ellas empezó a preferir la droga en vez de agua y
alimento, dejándose morir por abandono. En el nuevo experimento el profesor
Alexander y su equipo repitieron la tarea con ambos grupos de ratas (las de las
jaulas y las del “parque”), buscando generar en ellas “adicción” a la Heroína,
lo cual lograron con éxito en todas las encerradas en las jaulas
individualizadas, pero no del todo en las que estaban en el “Parque de ratas”;
éstas mostraron un comportamiento diferente, evidenciando que por voluntad
evitaban los efectos de la droga cuando tenían otras alternativas como comida y
agua, y no consumían la Heroína aunque estuviera disponible y a pesar de estar
experimentando síndrome de abstinencia (temblores y fuertes dolores).
Finalmente Alexander
concluyó que: a) debían manipular el ambiente para convencer a las ratas de
adquirir la adicción, b) que las ratas del “Parque de las ratas” presentaban
poco apetito por la droga debido al ambiente natural y la compañía de otras
ratas, y las de las jaulas adquirían su adicción como resultado del encierro
constante, y c) que para que se presentara la adicción a la droga la sustancia
química no es el único factor necesario, sino que deben existir otros: físicos,
mentales y sociales.
A pesar del
escepticismo de muchos, este experimento y otros más nos deben llevar a repensar
nuestro discurso frente a las drogas y su supuesto carácter demoniaco, pues es
obvio que el consumo de la sustancia química por sí sola no produce la
adicción, deben haber otros factores que lleven a que se genere una huella
psíquica que permita el enganche y posterior dependencia. Una personalidad
débil, una ambiente social desfavorable, pocas habilidades sociales y
emocionales, y relaciones familiares disfuncionales son el caldo de cultivo
óptimo para la aparición de la adicción a las SPA.
En mi experiencia de
trabajo con personas adictas he podido observar en las historias de vida de
estas personas la constante presencia de al menos dos de esos factores: Relaciones
conflictivas con padres o figuras representativas, permanentes presiones de
pares para consumir, personalidades construidas bajo la represión y el abuso,
poca educación emocional, además de ambientes violentos, son las comunes en sus
relatos de vida.
Si seguimos creyendo
que la droga es el problema, seguiremos enfocando toda nuestra atención y
esfuerzo en luchar contra ella, dejando de lado lo verdaderamente importante:
construir ambientes mejores para nuestros niños y jóvenes, educar
emocionalmente desde la escuela y la familia, formar desde la libertad y no
desde el temor, buscar alternativas para mejorar nuestro modelo de familia y
ver a la persona en todo su esplendor, estas deberían ser nuestras prioridades
como sociedad.
Iván Rendón Giraldo, psicólogo.
Simplemente expectacular la forma fácil de nosotros los padres aprender y aplicar en nuestros hogares
ResponderEliminarMe faltaron parques en mi niñez y mi adolescencia, como le pasa a la mayoría de nuestros niños y jóvenes!!!!
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