¡Pasión por la vida!, al transformar emociones que inspiren innovación humana.

martes, 13 de marzo de 2018

Prioridades, doble moral y educación


La educación de mala calidad, una moral débil y construida por los medios de comunicación, y la incapacidad de distinguir entre lo bueno y lo importante, llevan a una sociedad como la nuestra a desperdiciar una de sus mayares oportunidades para respetar la vida, ser más equitativos, y escucharnos entre todos para construir el país que soñamos para nuestros hijos y nietos.

Una antigua historia cuenta que dos monjes que caminaban de un pueblo a otro, al llegar a la orilla de un riachuelo, que debían cruzar para seguir el camino, se encontraron con una hermosa dama; que por sus ropas largas dudaba en pasar dicha corriente de agua. Uno de ellos le propuso a la dama que se subiera en sus hombros y que él la llevaría hasta la otra orilla, lo cual ella aceptó. El otro monje, más conservador que el primero, no estuvo de acuerdo con lo que vio, pero permaneció en silencio. Luego de haber descargado a la dama prosiguieron su camino, y luego de cierto trayecto el segundo monje no soportó su indignación e inició sus reproches a su compañero de camino  por haber cagado en sus hombros a una mujer, argumentando sus votos de castidad, la prohibición de tener contacto con mujeres, el acercarse tanto a la tentación, y otras más, lo cual hizo por varias horas de camino, mientras que su compañero escuchaba sin refutar. Luego de tantos reclamos por parte de su compañero, el primer monje rompió el silencio y parando en el camino soltó esta sentencia a su amigo: “De cierto te digo que yo bajé de mis hombros a esa mujer hace ya varios kilómetros, pero tú la llevas encima todavía”.

Esta educativa historia se me asemeja a lo que nos viene pasando en Colombia a partir del Acuerdo de Paz con las FARC y la posterior participación de éstos en política para las elecciones de 2018. Pues a pesar de que el gobierno, las fuerzas armadas y el grupo armado subversivo llegaron al acuerdo de darse la mano, aceptando así que ninguno de los dos bandos venció al otro, y que en las votaciones del Plebiscito para la implementación de los Acuerdos se observó que la población campesina y la de la provincia (los afectados directamente por el terrorismo) votó en su gran mayoría por el SÍ, son la clase política, los terratenientes, los empresarios, las iglesias recalcitrantes y los que menos leen, los que desaprueban el proceso, piden que se cambie todo el Acuerdo, y son violentos con los miembros del nuevo partido de FARC cuando éstos hacen proselitismo.  

Se me antoja que aquí pueden estar influyendo varios factores, entre ellos una doble moral que nos lleva a creer que podemos estar de acuerdo con salvaguardar la vida, pero solo la nuestra, porque la de los soldados, guerrilleros y campesinos puede ser sacrificable para poder saciar la sed de rabia y “venganza” de los que no van a la guerra. Otro factor puede ser nuestra evidente incapacidad, como sociedad, de priorizar lo importante, en este caso poner por encima de la gran oportunidad de dejar de matarnos entre nosotros, perdonar e iniciar desde cero con la oportunidad de escucharnos y pavimentar el camino del amor para las generaciones futuras, por  la de ver quién gana una guerra desalmada. Y otro de tantos factores puede ser nuestra pésima educación en habilidades para la vida (personales y sociales), ya que la gran mayoría de las personas del común que piden a gritos cárcel para los ex guerrilleros y su no participación en la política, no tienen la menor idea de lo que están pidiendo y sus consecuencias, son personas con escaso criterio, pésimas lectoras, que sin un sentido crítico frente a lo que escuchan se dejan llevar por las intenciones perversas de aquellos a quienes la guerra lucra y beneficia, tragan entero noticias por no atreverse a pensar con lógica, y como dice la historia de los dos monjes, siguen creyendo que tiene derecho a juzgar, aun cuando los directamente implicados en la guerra se dieron la mano y decidieron que la muerte no era la salida a sus diferencias, que debían perdonar y escucharse. 

Si los que han sufrido directamente los vejámenes de la guerra, ha perdido a sus seres queridos, han visto la muerte habitar con ellos en sus pueblos, campos y casas, se dieron la mano, ¿qué nos faculta a los demás para no perdonar y seguir hambrientos de venganza?
Iván Rendón Giraldo, psicólogo.

2 comentarios:

  1. Excelente reflexión para un país que se consume en el odio por aquellos eventos que no les tocó vivir, que asumen las esquirlas de una memoria fracturada como propia y que en últimas terminan siendo cómplices de aquello que dicen repudiar.

    ResponderEliminar
  2. Interesante, espero poder leer más artículos.

    ResponderEliminar