Ser In - Feliz
Parece que ser rico es
posible para cualquiera, y existen fórmulas para lograrlo, que al ser aplicadas
de manera persistente dan los resultados que se buscan. Igual pasa con la
felicidad, pues la psicología y la filosofía tienen manuales completos para
lograrla, sólo que como con la riqueza, depende de una persistencia
inquebrantable. En ninguno de los dos casos la tarea es fácil, es más, es muy
difícil y requiere la disciplina de un atleta profesional, es por ello que sólo
algunos logran conquistar la felicidad y sostenerla como filosofía de vida.
Al ser el lenguaje
hablado (idioma) un instrumento cotidiano y tan común, terminamos por usarlo
sin conciencia alguna y, en especial sin darle mayor sentido. Resulta que cada
palabra que usamos no ha sido inventada afanosamente como forma de nombrar algo
nuevo, sino que es una construcción social, de la emoción y como fruto de la
experiencia. Por ejemplo, aunque todos sabemos que los prefijos que usamos dan
un sentido diferente a las palabras y a las ideas que representan, en muchas
ocasiones olvidamos dicha regla gramatical y dejamos pasar el mensaje que
dichas palabras nos quieren dar perdiendo la oportunidad de profundizar en
nuestras conversaciones (internas o externas). Tal es el caso del prefijo “in”, que como sabemos da un significado
contrario a la palabra que lo sigue: incorrecto significa lo contrario de
correcto, intranquilo significa lo contrario de tranquilo.
Si vamos un poco más
allá con este prefijo, nos encontramos que para algunos filósofos, médicos y
psicólogos dicho prefijo también significa “interno”, “interior”, “desde
dentro”. Es decir que podríamos concluir con esto que cuando algo se torna en
su contrario (intranquilo, infeliz) es porque está relacionado con la parte
interna de su naturaleza o al menos de quien le da vida. Siendo más
específicos, ser infeliz por ejemplo está relacionado con la percepción que la
persona tiene de la situación más que con lo que le pasa, o con lo que está
expresando con su comportamiento. Podemos usar otro ejemplo con la salud
física; resulta que para algunos autores, en especial metafísicos, algo
incurable es indudablemente algo que sólo se puede curar desde adentro de la
persona que lo “padece”.
Volviendo a la
infelicidad y su equivalente contrario: la felicidad, podemos decir que cuando
una persona es infeliz no encuentra sentido a lo que hace o a lo que le está
pasando en su vida, y definitivamente lo único que le queda por hacer es
volverse a su interior y buscar allí lo que no encuentra fuera. Los psicólogos
tenemos claridad en que los estímulos externos sólo dan satisfacción fugaz y
nos llevan a estar en una búsqueda incesante del placer que se extingue
fácilmente, lo cual está relacionado entre otras cosas con la estimulación
neuronal a nuestro cerebro, pues las neuronas al ser estimuladas se activan, pero
al ser estimuladas de nuevo con el mismo estímulo son incapaces de reaccionar
con la misma intensidad y velocidad haciendo necesario aumentar la cantidad del
estímulo o en su defecto cambiar el estímulo por algo novedoso, y así activar
un grupo diferente de neuronas.
Según el psicólogo Abraham Maslow, el ser humano sólo es
capaz de dedicarse al otro, a servirle de manera genuina cuando se siente
tranquilo, con sus necesidades básicas satisfechas, y en especial cuando se
siente seguro y amado, en caso contrario es posible que sí está ayudando a otro
lo está haciendo en busca de su propio beneficio personal, en cuyo caso no es
algo genuino. Por lo tanto, de acuerdo a autores como el psicólogo Martín E. P. Seligman, la felicidad
está directamente relacionada con el altruismo, la bondad, la solidaridad y el
amor que se pueden ofrecer a los demás. Esto significa entonces que para ser
felices debemos primero que estar tranquilos y sentirnos seguros, y en segundo
lugar este sentimiento no tiene que ver con estímulos externos (que solo dan
alegría), sino con sentimientos relacionados con el dar de lo que tenemos
dentro.
Es común ver que las
personas que siempre luchan con otros por ser los número uno, por ganar al
otro, son individuos tristes que solo se encuentran con la alegría al triunfar
sobre los demás pues en caso contrario experimentan sentimientos de rabia o
angustia. Caso contrario sucede con las personas altruistas y generosas, que se
sienten tan tranquilas consigo mismas que por esta misma razón tienen la
necesidad de compartir su felicidad con otros menos afortunados.
La psicología positiva
postula que la mejor manera de ayudar al ser humano es centrándose en sus
potencialidades, facilitando su desarrollo, no buscando cambiar sus defectos o
esperando a que genere trastornos para “curarlo”, y para ello se debe hacer
prevención. Es por ello que varios estudios sociales demuestran que una persona
que nace y crece en una ambiente de riesgo (drogas, delincuencia, maltrato,
pobreza, negligencia), puede superar su vulnerabilidad cuando se fortalece en
sus habilidades y destrezas internas, esto es, control de sus pensamientos, identificación
y expresión asertiva de sus emociones, alternativas de auto-observación (como
la meditación, la escritura, la oración, la disciplina en desarrollar hábitos
positivos, entre otras), es decir, para esta clase de personas el poder no está
en su ambiente, está en su interior y en el cómo reacciona a lo que le sucede.
La infelicidad entonces
no es más que un llamado de nuestra naturaleza humana a buscar adentro lo que
afuera no encontramos; lo que para la gran mayoría es muy difícil y tal vez
utópico, ya que la sociedad nos han vendido la idea que el poder está en las
cosas y en los demás, no en el ser mismo. Pero para aquellos que se atreven a
desafiar estos paradigmas y buscan dentro de ellos, la recompensa es enorme:
poder desde el interior, capacidad para afrontar la vida y sus desafíos con
confianza, relaciones positivas con los demás, salud física y mental,
sentimientos de amor por la humanidad y todo la naturaleza, tolerancia
inagotable. Esto no significa que a estas personas no se les presenten
problemas y dificultades como a todos nosotros, sino que sus reacciones son
encaminadas a encontrar soluciones, a la adaptación, a la aceptación, a la
compasión, a la acción y a mejorar el mundo.
Para muchos lo anterior
sonará efímero, idealista y hasta religioso, pero es posible, y desde la
perspectiva de la psicología es tan posible como el desarrollo de cualquier
otro hábito, pero requiere como cualquier hábito, una disciplina
inquebrantable. Para lograr la felicidad existen alternativas que se deben perfeccionar
y están todas relacionadas con herramientas internas, con recursos mentales y
emocionales que todos tenemos, y que cualquiera puede perfeccionar. Estas
habilidades y herramientas tienen que ver con la re-significación de nuestro
pasado, el perdón, el control del pensamiento, el pensamiento positivo, la
generación de emociones a voluntad, el amor y la fe en sí mismo.
Como ya lo dijimos esto
no es sencillo, pero sí que es posible, muy posible, pero es algo que la gran
mayoría de nosotros no podemos hacer sin ayuda, por ello es importante tener
opciones para apoyarnos. Algunas de ellas son la lectura (biografía de personajes
célebres, psicología, autoayuda, libros sagrados), la terapia psicológica, la
oración, la meditación, tener un consejero profesional, el coaching de vida,
tener un mentor o un maestro espiritual, entre otros. Todas estas alternativas
tienen algo en común: el aumento del capital psicológico y espiritual,
contrario a lo que significa consumirlos constantemente (tal vez por ello no es
fácil lograrlo). Si hacemos una analogía con la economía, ésta nos dice que
capitalizar es ahorrar e invertir en réditos que aseguren un mejor poder
adquisitivo en el futuro o cuando lo necesitemos, por lo que el dinero se debe
dejar de gastar en un consumo constante diferente a las necesidades básicas. Lo
mismo sucede con nuestros recursos internos al dedicarnos a fortalecerlos, a
adquirir habilidades de autocontrol, y al abandonar en lo posible la inversión
de nuestros recursos en sensaciones efímeras, en placeres momentáneos que no
dejan réditos permanentes. Al capitalizarnos psicológica, espiritual y emocionalmente
seguramente tendremos la capacidad de generar una vida feliz que dependa sólo
de nosotros mismos y de nuestra naturaleza, lo cual no es fácil, pero tal
como pasa con los grandes atletas; si queremos salir del común y tener éxito
deberemos hacer lo que la gran mayoría no está dispuesta a hacer, y resultado
de ello obtendremos lo que esa gran mayoría nunca tendrá: felicidad.
Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo