¡Pasión por la vida!, al transformar emociones que inspiren innovación humana.

sábado, 26 de mayo de 2018

Ser In - Feliz


Ser In - Feliz


Parece que ser rico es posible para cualquiera, y existen fórmulas para lograrlo, que al ser aplicadas de manera persistente dan los resultados que se buscan. Igual pasa con la felicidad, pues la psicología y la filosofía tienen manuales completos para lograrla, sólo que como con la riqueza, depende de una persistencia inquebrantable. En ninguno de los dos casos la tarea es fácil, es más, es muy difícil y requiere la disciplina de un atleta profesional, es por ello que sólo algunos logran conquistar la felicidad y sostenerla como filosofía de vida.

Al ser el lenguaje hablado (idioma) un instrumento cotidiano y tan común, terminamos por usarlo sin conciencia alguna y, en especial sin darle mayor sentido. Resulta que cada palabra que usamos no ha sido inventada afanosamente como forma de nombrar algo nuevo, sino que es una construcción social, de la emoción y como fruto de la experiencia. Por ejemplo, aunque todos sabemos que los prefijos que usamos dan un sentido diferente a las palabras y a las ideas que representan, en muchas ocasiones olvidamos dicha regla gramatical y dejamos pasar el mensaje que dichas palabras nos quieren dar perdiendo la oportunidad de profundizar en nuestras conversaciones (internas o externas). Tal es el caso del prefijo “in”, que como sabemos da un significado contrario a la palabra que lo sigue: incorrecto significa lo contrario de correcto, intranquilo significa lo contrario de tranquilo.

Si vamos un poco más allá con este prefijo, nos encontramos que para algunos filósofos, médicos y psicólogos dicho prefijo también significa “interno”, “interior”, “desde dentro”. Es decir que podríamos concluir con esto que cuando algo se torna en su contrario (intranquilo, infeliz) es porque está relacionado con la parte interna de su naturaleza o al menos de quien le da vida. Siendo más específicos, ser infeliz por ejemplo está relacionado con la percepción que la persona tiene de la situación más que con lo que le pasa, o con lo que está expresando con su comportamiento. Podemos usar otro ejemplo con la salud física; resulta que para algunos autores, en especial metafísicos, algo incurable es indudablemente algo que sólo se puede curar desde adentro de la persona que lo “padece”.

Volviendo a la infelicidad y su equivalente contrario: la felicidad, podemos decir que cuando una persona es infeliz no encuentra sentido a lo que hace o a lo que le está pasando en su vida, y definitivamente lo único que le queda por hacer es volverse a su interior y buscar allí lo que no encuentra fuera. Los psicólogos tenemos claridad en que los estímulos externos sólo dan satisfacción fugaz y nos llevan a estar en una búsqueda incesante del placer que se extingue fácilmente, lo cual está relacionado entre otras cosas con la estimulación neuronal a nuestro cerebro, pues las neuronas al ser estimuladas se activan, pero al ser estimuladas de nuevo con el mismo estímulo son incapaces de reaccionar con la misma intensidad y velocidad haciendo necesario aumentar la cantidad del estímulo o en su defecto cambiar el estímulo por algo novedoso, y así activar un grupo diferente de neuronas.

Según el psicólogo Abraham Maslow, el ser humano sólo es capaz de dedicarse al otro, a servirle de manera genuina cuando se siente tranquilo, con sus necesidades básicas satisfechas, y en especial cuando se siente seguro y amado, en caso contrario es posible que sí está ayudando a otro lo está haciendo en busca de su propio beneficio personal, en cuyo caso no es algo genuino. Por lo tanto, de acuerdo a autores como el psicólogo Martín E. P. Seligman, la felicidad está directamente relacionada con el altruismo, la bondad, la solidaridad y el amor que se pueden ofrecer a los demás. Esto significa entonces que para ser felices debemos primero que estar tranquilos y sentirnos seguros, y en segundo lugar este sentimiento no tiene que ver con estímulos externos (que solo dan alegría), sino con sentimientos relacionados con el dar de lo que tenemos dentro.

Es común ver que las personas que siempre luchan con otros por ser los número uno, por ganar al otro, son individuos tristes que solo se encuentran con la alegría al triunfar sobre los demás pues en caso contrario experimentan sentimientos de rabia o angustia. Caso contrario sucede con las personas altruistas y generosas, que se sienten tan tranquilas consigo mismas que por esta misma razón tienen la necesidad de compartir su felicidad con otros menos afortunados.

La psicología positiva postula que la mejor manera de ayudar al ser humano es centrándose en sus potencialidades, facilitando su desarrollo, no buscando cambiar sus defectos o esperando a que genere trastornos para “curarlo”, y para ello se debe hacer prevención. Es por ello que varios estudios sociales demuestran que una persona que nace y crece en una ambiente de riesgo (drogas, delincuencia, maltrato, pobreza, negligencia), puede superar su vulnerabilidad cuando se fortalece en sus habilidades y destrezas internas, esto es, control de sus pensamientos, identificación y expresión asertiva de sus emociones, alternativas de auto-observación (como la meditación, la escritura, la oración, la disciplina en desarrollar hábitos positivos, entre otras), es decir, para esta clase de personas el poder no está en su ambiente, está en su interior y en el cómo reacciona a lo que le sucede.

La infelicidad entonces no es más que un llamado de nuestra naturaleza humana a buscar adentro lo que afuera no encontramos; lo que para la gran mayoría es muy difícil y tal vez utópico, ya que la sociedad nos han vendido la idea que el poder está en las cosas y en los demás, no en el ser mismo. Pero para aquellos que se atreven a desafiar estos paradigmas y buscan dentro de ellos, la recompensa es enorme: poder desde el interior, capacidad para afrontar la vida y sus desafíos con confianza, relaciones positivas con los demás, salud física y mental, sentimientos de amor por la humanidad y todo la naturaleza, tolerancia inagotable. Esto no significa que a estas personas no se les presenten problemas y dificultades como a todos nosotros, sino que sus reacciones son encaminadas a encontrar soluciones, a la adaptación, a la aceptación, a la compasión, a la acción y a mejorar el mundo.

Para muchos lo anterior sonará efímero, idealista y hasta religioso, pero es posible, y desde la perspectiva de la psicología es tan posible como el desarrollo de cualquier otro hábito, pero requiere como cualquier hábito, una disciplina inquebrantable. Para lograr la felicidad existen alternativas que se deben perfeccionar y están todas relacionadas con herramientas internas, con recursos mentales y emocionales que todos tenemos, y que cualquiera puede perfeccionar. Estas habilidades y herramientas tienen que ver con la re-significación de nuestro pasado, el perdón, el control del pensamiento, el pensamiento positivo, la generación de emociones a voluntad, el amor y la fe en sí mismo.

Como ya lo dijimos esto no es sencillo, pero sí que es posible, muy posible, pero es algo que la gran mayoría de nosotros no podemos hacer sin ayuda, por ello es importante tener opciones para apoyarnos. Algunas de ellas son la lectura (biografía de personajes célebres, psicología, autoayuda, libros sagrados), la terapia psicológica, la oración, la meditación, tener un consejero profesional, el coaching de vida, tener un mentor o un maestro espiritual, entre otros. Todas estas alternativas tienen algo en común: el aumento del capital psicológico y espiritual, contrario a lo que significa consumirlos constantemente (tal vez por ello no es fácil lograrlo). Si hacemos una analogía con la economía, ésta nos dice que capitalizar es ahorrar e invertir en réditos que aseguren un mejor poder adquisitivo en el futuro o cuando lo necesitemos, por lo que el dinero se debe dejar de gastar en un consumo constante diferente a las necesidades básicas. Lo mismo sucede con nuestros recursos internos al dedicarnos a fortalecerlos, a adquirir habilidades de autocontrol, y al abandonar en lo posible la inversión de nuestros recursos en sensaciones efímeras, en placeres momentáneos que no dejan réditos permanentes. Al capitalizarnos psicológica, espiritual y emocionalmente seguramente tendremos la capacidad de generar una vida feliz que dependa sólo de nosotros mismos y de nuestra naturaleza, lo cual no es fácil, pero tal como pasa con los grandes atletas; si queremos salir del común y tener éxito deberemos hacer lo que la gran mayoría no está dispuesta a hacer, y resultado de ello obtendremos lo que esa gran mayoría nunca tendrá: felicidad.
Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo

sábado, 19 de mayo de 2018

Des - orden a los 19


Des - orden a los 19


En sociedades y en países como Colombia, los niños y los jóvenes a fuerza de vivir, experimentan situaciones que para su comprensión y madurez emocional confunde, genera desesperanza y es una ruleta rusa que puede dispararse para generar una muerte emocional y la incapacidad de volver a sentir amor por la vida. Muchos de ellos crecen con la creencia que su vida es así porque eso es natural, otros como la autora de esta reflexión alcanzan a dilucidar que es posible que existan otras formas más esperanzadoras de experimentar la vida.
Iván Rendón Giraldo, psicólogo.

¿Qué puede pasarle a una persona cuyo espacio y tiempo coinciden en un vaivén de felicidad inventada y una prensa bañada en sangre? ¿Qué creen que puede pensar una jovencita que vive en el siglo XXI en un país tercermundista metido hasta el fondo del saco en una guerra que pudo solucionarse con una carretera y unas gallinas? una joven con sueños pero sin posibilidades, un país hermoso pero gobernado por los más putrefactos pensamientos,  brillantes pero putrefactos.

A los jóvenes se nos hace más difícil vivir, aún tenemos esperanzas, sueños y utopías, tenemos rebeldía y amor sin fronteras, estamos enamorados de la vida, pero ella nos responde con hambre y miseria. A mis 19 ya he disfrutado de la dualidad que aguarda la vida en tierras Colombianas, ser una entre mil voces de un coro celestial, ser un par de ojos sofocados por el miedo de las balas, gritar un 20 de julio ¡libertad!, y un 12 de octubre ¡Mujeres por la paz!, Ahogarse en llanto al lado de un río con las manos atadas y una pistola apuntando a la cabeza, el titiritar de los dientes cuando en carretera no se distingue si aquel reten es del Ejército nacional o de algún frente paramilitar, montañas con las llamadas “invasiones” arder, niños nacer y luego morir de hambre, la solidaridad de los paisanos y el arte en cada rincón.

Es mucho más difícil vivir cuando quieres ser, quieres descubrirte, reconocerte, sentirte, pero aquel que se hace llamar tu maestro solo está ahí para codificarte, manipularte a gusto de la sociedad máquina, la sociedad corrompida que hemos construido con deseos de colectividad, pero cuyos deseos se han visto permeados de lo más negativo del pensamiento humano, y con tan mala suerte que aquel pensamiento humano como es apenas natural, aflora y lo incorporamos, como los judíos incorporaron el miedo, como los comunistas incorporaron el amor, y como yo incorporo la tristeza.

Ni Marx, ni Niezstche pensaron en el momento en que crearon su filosofía, que en algún momento una jovencita “libertaria” los conocería tanto, como ellos mismos no pudieron hacerlo, estoy segura de que jamás imaginaron que vería sus rostros después de muertos, que escucharía sus pensamientos, después de tantos años son gratas compañías, y eso, eso sí lo sabían, lo sabían porque fueron buenas compañías para sí mismos a pesar de las numerosas horas seguidas de tristezas y depresiones, fueron ellos los que en carne y pensamiento propio vivieron lo que ahora vivo, una juventud predeterminada, pero que busca re-significarse, porque no solo quiere ser paisa, porque no solo quiere ser colombiana, y no solo quiere ser mujer latina, no quiere ser la hija a la que sus padres miran con anhelos esperanzadores, con anhelos de salir adelante, quiero ser humano, un humano digno.
Danyela Ximena Tabares
Estudiante de la Universidad Tecnológica de Pereira

miércoles, 16 de mayo de 2018


Lo que implica la naturaleza pacífica

Ilustración: Danyela Ximena Tabares, estudiante UTP 


Que la experiencia cambie nuestra mentalidad e incluso nuestra naturaleza es posible, y a veces necesario. Lo importante es que esta transformación evidencie que nos alejamos de lo básico, lo animal y lo depredador, y que nos acercamos a la convivencia, la solidaridad, el amor y la felicidad.

Un antiguo cuento dice que un día en un camino muy transitado, un monje vio a un escorpión ahogándose en un charco de lodo, por lo que procedió a sacarlo de ahí, pero al hacerlo, el escorpión, por instinto, picó al monje en la mano. A causa del dolor el monje soltó de inmediato al animal cayendo de nuevo al charco. El monje volvió a intentar sacarlo y salvarlo de ahogarse, y de nuevo el animal acudió a su instinto y picó de nuevo la mano de su salvador, y por supuesto el dolor que el hombre sintió hizo sacudir su mano y el escorpión regresó a su muerte segura; el charco.

Esta escena sucedió por 2 o 3 veces más, hasta que otro caminante se acercó al monje y le dijo: “disculpe buen hombre, pero usted es muy tonto; si el escorpión lo pica al sacarlo del charco, no lo siga intentando, deje que se ahogue”. El monje le contestó: “Amigo, resulta que la naturaleza del escorpión es picar, la mía es ayudar, y la naturaleza de él no cambiará la mía”.

A propósito del posconflicto que los colombianos estamos iniciando en este momento, podemos hacer una comparación con el cuento anterior, pues algunos de nosotros acudieron a la guerra en el pasado posiblemente por tener una naturaleza violenta. Otros, parece ser que tenemos una naturaleza pacífica, y otros menos numerosos una naturaleza amorosa. Resulta entonces que actualmente muchos de aquellos que acudieron a su naturaleza violenta para lograr sus objetivos (válidos o no), han decidido experimentar otras formas de luchar y de exigir, pero algunos de los que creíamos que tenían naturaleza pacífica han mutado y proclaman que no debemos perdonar, e incluso están recurriendo a la violencia para manifestar su desacuerdo con el proceso de paz.

Pensando bien el asunto, podemos concluir que los violentos tenían pocos argumentos válidos para luchar y debieron recurrir a la guerra en el pasado. Pero también podemos concluir que los “pacíficos” no teníamos argumentos suficientes para estar en contra de la guerra. Pero entonces  ¿qué pasó?

Sería que tantos años de guerra nos cambiaron la naturaleza a los “pacíficos”, nos quedamos sin argumentos o, sería que nunca tuvimos argumentos y simplemente nos camuflamos en una comodidad que no nos exigía actuar sobre la realidad del país. Se me antoja que si el caso es que nuestra naturaleza pacífica fue cambiada por una naturaleza violenta, entonces no tuvimos nunca argumentos válidos, pues si el argumento para no perdonar es que debe haber un vencedor o un castigo físico, para nada eso es ser pacifista. Nuestra sed de venganza y de triunfos efímeros no debe estar por encima de la paz de todo un país.

A pesar del dolor causado por los miembros de las FARC a todo el país, personalmente creo que es más plausible que estas personas decidan adoptar otras opciones para conseguir sus ideales, que los “pacíficos” cambien de naturaleza y propongan no perdonar y seguir alargando una guerra perversa.

Iván Rendón Giraldo, Psicólogo.

martes, 1 de mayo de 2018

Aprendizaje colaborativo, información inagotable y el profesor como Mentor




Aprendizaje colaborativo, información inagotable y el profesor como Mentor

Ilustración: Danyela Ximena Tabares M, estudiante Universidad Tecnológica de Pereira (UTP)


Múltiples fuentes de información y un mundo en constante cambio, además de nuevas perspectivas de vida y un universo digital, llevan al profesor a transformarse en Mentor, con lo cual debe permitirse ser flexible, aprender junto a sus pupilos e inspirarlos a tomar posición frente al mundo.

Una de las funciones más elevadas y complejas de la mente humana se evidencia en su esfuerzo por entender lo que otra persona está pensando (o tramando), al igual que su capacidad para auto-observarse al actuar, pensar y sentir. Esta capacidad se desarrolla obviamente socializando y poniendo a prueba la mente en retos relacionados con el arte de interactuar con los demás.  

Parece ser que muchos de los responsables de la educación en el mundo han comprendido este aspecto de la mente humana, y empiezan a poner esto a favor de la formación de individuos más sociales y creativos. En la actualidad podemos ver que los países más avanzados en materia de educación (y en colegios privados de países como el nuestro), tienen métodos de enseñanza centrados en el individuo y en su forma de socializar. En esta clase de métodos se mezclan varios factores fundamentales que representan la transformación total de la mentalidad de profesor, ya que deja de ser el poseedor del conocimiento y el amo del salón de clase, ya no es la fuente suprema del saber o de los datos, pasa a ser un acompañante de sus estudiantes con funciones más de Mentor que de profesor experto. Para ello el profesor y los directivos deben necesariamente abandonar el miedo a perder el poder.

En esta clase de aprendizaje el estudiante debe ser incitado o motivado (aunque prefiero la palabra inspirado) a buscar información y asumir una posición crítica ante ella, luego compartirla con sus pares, discutirla, sintetizarla, transformarla y llegar a un consenso entre las diferentes posturas. Con ello logramos no solo invitar al estudiante a navegar por el océano de datos, información y conocimientos que desee, sino que además estamos procurando que perfeccione la maravillosa capacidad de su mente de intentar conocer otras mentes, refinando además habilidades sociales (empáticas y comunicativas) tan necesarias para la vida en sociedad.

Las nuevas miradas de la pedagogía y la educación se centran en el aprendizaje colaborativo, en las cuales las lógicas de poder se deben dislocar, y el profesor se permite ser retado por el ritmo de sus estudiantes, e incluso asume que no sabe todo y procede a unirse a la investigación y construye con ellos, siendo un facilitador y permitiendo que el alumno participe activamente. El profesor se permite ser parte de la transformación en el proceso. Todo este enfoque en la pedagogía implica lógicamente un objetivo estructurado, pero también un alto grado de flexibilidad ante lo que va surgiendo en el proceso. En el aprendizaje colaborativo el estudiante es el centro y, al tener la oportunidad de compartir con sus pares experiencias además de construir con ellos reflexiones, experimentos y propuestas sin importar si tienen o no las mismas capacidades o los mismos intereses, genera un ambiente amable de descubrimiento y aprendizaje sin límites.
Actualmente colegios y universidades recurren a varias formas y técnicas que permiten dicho aprendizaje colaborativo, entre las cuales podemos enunciar:

  • El aprendizaje basado en proyectos
  • Trabajo colaborativo
  • Paneles de expertos
  • Espacios de discusión
  • Estudios de caso
  • Foros
  • Conversatorios
  • Investigación
  • Cambio de roles
  • Laboratorios sociales
  • Demostraciones
  • Desarrollo de proyectos
  • Aprendizaje basado en problemas
  • Debates
  • Intervenciones comunitarias
  • Participación ciudadana
  • Participación activa en la sociedad a través de medios físicos y virtuales (radio, periódico, YouTube, Facebook, Whatsapp, animación, periodismo social, Blog, Páginas Web, entre otros).
 En estas nuevas formas de enseñar y aprender, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son más que una alternativa; son necesarias (Collins y Halverson, 2010), no solo porque facilitan la velocidad del aprendizaje, sino también porque implican la práctica del alumno en herramientas de trabajo que debe conocer para luego enfrentar el mundo productivo. Las TIC implican incluso algo más complejo en el paradigma de la educación, pues con ellas el profesor deja de ser la fuente única de información válida y relevante, y surgen múltiples fuentes que incluso contradicen la información oficial. Aquí el rol del profesor se complejiza, ya que esto evidencia que no es él el poseedor de la información o la verdad, sino que ésta se encuentra en el exterior y es casi inagotable, lo que por fuerza debe llevar a las instituciones a pensarse ya no como las poseedoras del conocimiento y sí enfatizar en ser las que enseñan a aprender; aprender haciendo, analizando, cuestionando y pensando de manera original, aprender a aprender para seguir aprendiendo durante toda la vida (LINDA CASTAÑEDA Y JORDI ADELL, Entornos personales de aprendizaje).

Una de las estrategias más innovadoras en la actualidad, y que hace una reingeniería total de la forma en que funcionan las universidades, aparece en España con una institución que ofrece maestrías en ingenierías. Los estudiantes escogen las materias y el tiempo en las quieren ver, el aprendizaje va al ritmo del estudiante, además la universidad es una fusión entre la academia y la empresa privada; que todo el tiempo está presente, con lo que el estudiante tiene acceso al mercado, desarrolla proyectos, los aplica y se vincula al mundo laboral y empresarial desde el primer día de clase. La universidad no tiene una infraestructura tradicional, funciona con bodegas, en las cuales hay mesas, pantallas, laboratorios, juegos de vídeos, computadores, libros físicos y digitales, pizarras, comida y bebida, y es impactante ver como los estudiantes (muy jóvenes la mayoría) se centran en su trabajo, usan todo lo que tienen a su alcance para ser más creativos y, algo más impresionante aún, socializan entre ellos sus avances en los proyectos, por lo que es muy común que en el camino se fusionen proyectos que coinciden en puntos de encuentro o que al hacer un híbrido se transforman en proyectos más ambiciosos, esta es una muestra del Aprendizaje basado en Proyectos, que es “la técnica didáctica que se orienta en el diseño y desarrollo de un proyecto de manera colaborativa por un grupo de alumnos, como una forma de lograr los objetivos de aprendizaje de una o más áreas disciplinares y además lograr el desarrollo de las competencias relacionadas con la administración de proyectos reales” (Glosario de Innovación Educativa del Observatorio). Con esto los estudiantes y el método de la universidad demuestran que el trabajo colaborativo y la comunicación sin barreras mejoran los resultados de cualquier proyecto, lo cual no es tan evidente en el modelo actual de los campus universitarios por las barreras físicas y en especial por las barreras ideológicas que existen.

Iván Rendón Giraldo, Psicólogo