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sábado, 19 de mayo de 2018

Des - orden a los 19


Des - orden a los 19


En sociedades y en países como Colombia, los niños y los jóvenes a fuerza de vivir, experimentan situaciones que para su comprensión y madurez emocional confunde, genera desesperanza y es una ruleta rusa que puede dispararse para generar una muerte emocional y la incapacidad de volver a sentir amor por la vida. Muchos de ellos crecen con la creencia que su vida es así porque eso es natural, otros como la autora de esta reflexión alcanzan a dilucidar que es posible que existan otras formas más esperanzadoras de experimentar la vida.
Iván Rendón Giraldo, psicólogo.

¿Qué puede pasarle a una persona cuyo espacio y tiempo coinciden en un vaivén de felicidad inventada y una prensa bañada en sangre? ¿Qué creen que puede pensar una jovencita que vive en el siglo XXI en un país tercermundista metido hasta el fondo del saco en una guerra que pudo solucionarse con una carretera y unas gallinas? una joven con sueños pero sin posibilidades, un país hermoso pero gobernado por los más putrefactos pensamientos,  brillantes pero putrefactos.

A los jóvenes se nos hace más difícil vivir, aún tenemos esperanzas, sueños y utopías, tenemos rebeldía y amor sin fronteras, estamos enamorados de la vida, pero ella nos responde con hambre y miseria. A mis 19 ya he disfrutado de la dualidad que aguarda la vida en tierras Colombianas, ser una entre mil voces de un coro celestial, ser un par de ojos sofocados por el miedo de las balas, gritar un 20 de julio ¡libertad!, y un 12 de octubre ¡Mujeres por la paz!, Ahogarse en llanto al lado de un río con las manos atadas y una pistola apuntando a la cabeza, el titiritar de los dientes cuando en carretera no se distingue si aquel reten es del Ejército nacional o de algún frente paramilitar, montañas con las llamadas “invasiones” arder, niños nacer y luego morir de hambre, la solidaridad de los paisanos y el arte en cada rincón.

Es mucho más difícil vivir cuando quieres ser, quieres descubrirte, reconocerte, sentirte, pero aquel que se hace llamar tu maestro solo está ahí para codificarte, manipularte a gusto de la sociedad máquina, la sociedad corrompida que hemos construido con deseos de colectividad, pero cuyos deseos se han visto permeados de lo más negativo del pensamiento humano, y con tan mala suerte que aquel pensamiento humano como es apenas natural, aflora y lo incorporamos, como los judíos incorporaron el miedo, como los comunistas incorporaron el amor, y como yo incorporo la tristeza.

Ni Marx, ni Niezstche pensaron en el momento en que crearon su filosofía, que en algún momento una jovencita “libertaria” los conocería tanto, como ellos mismos no pudieron hacerlo, estoy segura de que jamás imaginaron que vería sus rostros después de muertos, que escucharía sus pensamientos, después de tantos años son gratas compañías, y eso, eso sí lo sabían, lo sabían porque fueron buenas compañías para sí mismos a pesar de las numerosas horas seguidas de tristezas y depresiones, fueron ellos los que en carne y pensamiento propio vivieron lo que ahora vivo, una juventud predeterminada, pero que busca re-significarse, porque no solo quiere ser paisa, porque no solo quiere ser colombiana, y no solo quiere ser mujer latina, no quiere ser la hija a la que sus padres miran con anhelos esperanzadores, con anhelos de salir adelante, quiero ser humano, un humano digno.
Danyela Ximena Tabares
Estudiante de la Universidad Tecnológica de Pereira

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