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miércoles, 16 de mayo de 2018


Lo que implica la naturaleza pacífica

Ilustración: Danyela Ximena Tabares, estudiante UTP 


Que la experiencia cambie nuestra mentalidad e incluso nuestra naturaleza es posible, y a veces necesario. Lo importante es que esta transformación evidencie que nos alejamos de lo básico, lo animal y lo depredador, y que nos acercamos a la convivencia, la solidaridad, el amor y la felicidad.

Un antiguo cuento dice que un día en un camino muy transitado, un monje vio a un escorpión ahogándose en un charco de lodo, por lo que procedió a sacarlo de ahí, pero al hacerlo, el escorpión, por instinto, picó al monje en la mano. A causa del dolor el monje soltó de inmediato al animal cayendo de nuevo al charco. El monje volvió a intentar sacarlo y salvarlo de ahogarse, y de nuevo el animal acudió a su instinto y picó de nuevo la mano de su salvador, y por supuesto el dolor que el hombre sintió hizo sacudir su mano y el escorpión regresó a su muerte segura; el charco.

Esta escena sucedió por 2 o 3 veces más, hasta que otro caminante se acercó al monje y le dijo: “disculpe buen hombre, pero usted es muy tonto; si el escorpión lo pica al sacarlo del charco, no lo siga intentando, deje que se ahogue”. El monje le contestó: “Amigo, resulta que la naturaleza del escorpión es picar, la mía es ayudar, y la naturaleza de él no cambiará la mía”.

A propósito del posconflicto que los colombianos estamos iniciando en este momento, podemos hacer una comparación con el cuento anterior, pues algunos de nosotros acudieron a la guerra en el pasado posiblemente por tener una naturaleza violenta. Otros, parece ser que tenemos una naturaleza pacífica, y otros menos numerosos una naturaleza amorosa. Resulta entonces que actualmente muchos de aquellos que acudieron a su naturaleza violenta para lograr sus objetivos (válidos o no), han decidido experimentar otras formas de luchar y de exigir, pero algunos de los que creíamos que tenían naturaleza pacífica han mutado y proclaman que no debemos perdonar, e incluso están recurriendo a la violencia para manifestar su desacuerdo con el proceso de paz.

Pensando bien el asunto, podemos concluir que los violentos tenían pocos argumentos válidos para luchar y debieron recurrir a la guerra en el pasado. Pero también podemos concluir que los “pacíficos” no teníamos argumentos suficientes para estar en contra de la guerra. Pero entonces  ¿qué pasó?

Sería que tantos años de guerra nos cambiaron la naturaleza a los “pacíficos”, nos quedamos sin argumentos o, sería que nunca tuvimos argumentos y simplemente nos camuflamos en una comodidad que no nos exigía actuar sobre la realidad del país. Se me antoja que si el caso es que nuestra naturaleza pacífica fue cambiada por una naturaleza violenta, entonces no tuvimos nunca argumentos válidos, pues si el argumento para no perdonar es que debe haber un vencedor o un castigo físico, para nada eso es ser pacifista. Nuestra sed de venganza y de triunfos efímeros no debe estar por encima de la paz de todo un país.

A pesar del dolor causado por los miembros de las FARC a todo el país, personalmente creo que es más plausible que estas personas decidan adoptar otras opciones para conseguir sus ideales, que los “pacíficos” cambien de naturaleza y propongan no perdonar y seguir alargando una guerra perversa.

Iván Rendón Giraldo, Psicólogo.

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