La suerte de saber qué
se quiere
Habitus
Cada vez
podemos ver alrededor del mundo personas muy jóvenes que alcanzan grandes
triunfos en el deporte, en los negocios, en las artes, en lo social, y en
muchas otras áreas. Notamos en ellos que han dejado de creer en la suerte, en
el destino y en las circunstancias, y emprendieron el camino que eligieron para
ser felices y hacer felices a otros, estas personas nos enseñan que todo es
posible si lo hacemos por nosotros mismo, sin dejar nada al azar.
Este año un ciclista
colombiano fue el ganador de la carrera más dura del mundo en este deporte,
Egan Bernal; que a sus 22 años es el ganador del Tour de Francia más joven de
la historia. Este campeón es un ser muy interesante y tal vez un ejemplo para
cualquiera, no solo por sus múltiples triunfos en el ciclismo, sino también por
otras características de su vida.
Todos conocemos
personas totalmente contrarias a Egan, personas que fracasan casi en todo,
incluso antes de iniciar cualquier proyecto ya saben que fracasarán. Personas
enamoradas del pesimismo y de su vida llena de penas e “injusticias”. También
conocemos personas que parecieran ser el Rey Midas, pues todo lo que tocan lo
vuelven oro, casi todo les sale como quieren y están llenas de historias de
éxito y aprendizaje. Pero la realidad de todo esto es que la diferencia entre
estas dos clases de personas no es la suerte, el país o la familia donde
nacieron, sus circunstancias o las oportunidades que han tenido, la diferencia
es la actitud y la decisión por alcanzar sus más altos sueños. La actitud no
porque luchen contra las adversidades, al contrario, trabajan para convertir
dichas adversidades en algo de beneficio para ellas, ven cada situación (en
especial las adversas) como una oportunidad para aprender y avanzar. Y la
decisión porque escuchan a sus corazones y toman decisiones con confianza, por
lo que luego las defienden con el alma y se responsabilizan de ellas hasta el
final.
.. son
personas que jamás se quejan (tal vez una de las cosas más difíciles para muchos)
y de todo aprenden…
Pensar que una persona
de 22 años, que antes de coronarse ganador el Tour de Francia ganó muchas
carreras en Europa, Centro América y Sur América, que habla cuatro idiomas y
que desde sus 09 años sabía que iba a ser ciclista de profesión es un suertudo,
es una excusa descarada para evitar la responsabilidad que a todos nos corresponde
por haber alcanzado o no nuestras más altas metas.
Al revisar las historias
de personajes como Egan y otros miles de su estilo, no se puede evitar observar
características en común, tal vez una fórmula para el éxito que no todos están
dispuestos a pagar por su “alto” precio. Son personas que decidieron qué era lo
más importante para ellas y pusieron manos a la obra sin desfallecer, siempre
con pensamientos positivos a pesar de lo que sucediera, daban más de lo que se
esperaba de ellas (nadie ha logrado sus sueños durmiendo o viento televisión
por horas enteras), dejaron de ver su éxito como lejano en el tiempo y lo
empezaron a saborear en sus pequeños avances, son personas que jamás se quejan
(tal vez una de las cosas más difíciles para muchos) y de todo aprenden,
siempre que se dieron cuenta que su camino perdía el rumbo hacia sus sueños, lo
corrigieron sin dudarlo y se comprometieron con dicho camino, y son personas
que no postergan los esfuerzos que sus metas requieren; si hay que hacerlo, se
hace y punto.
No basta con soñar y
planear, llegar a la meta requiere iniciar, arriesgarse, trabajar con alegría,
creer en usted, en sus sueños y en lo que hace, pero en especial conocer sus
talentos y desarrollarlos, y para ello se puede ayudar de muchas técnicas. Hay
libros excelentes que le darán herramientas, puede inspirarse en biografías de
personas célebres, tener un Coach, un consejero o un psicólogo que le ayude a
descubrir sus potencialidades, acudir a empresas consultoras como Habitus
para ser asesorado. Autorrealizarse vale la pena.
Iván Rendón Giraldo, Psicólogo
de Habitus