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viernes, 1 de noviembre de 2019

Asumir nuestra responsabilidad de guiar



Asumir nuestra responsabilidad de guiar


Ya que procuramos prepararnos para estar a la vanguardia de la tecnología para poder comunicarlos con los demás y con el mundo, también es menester prepararnos para guiar a nuestros hijos en medio de las exigencias que nos propone esta era de avances tecnológicos y sociales. Excusarnos en la situación social, la economía, la disponibilidad de drogas para los jóvenes, las modas y las tendencias, no nos quita la responsabilidad que nos corresponde en la formación y acompañamiento de nuestros hijos.


Gran parte de la humanidad tiene una jerarquía de valores tal que la lleva a experimentar, como consecuencia, vidas infelices y poco satisfactorias. Para todos es obvio que acudimos a una era que ha cambiado la forma de pensar y de relacionarnos, y casi todo esto tiene que ver con la tecnología digital; que viene a mejorar nuestro estilo de vida en la salud, la educación, las comunicaciones, lo ambiental, el hogar, el conocimiento y más. Y a este cambio, rápido por demás, nos hemos adaptado casi todos, desde los más viejos a los menos viejos, para no hablar de las últimas generaciones, pues nacieron ya inmersos en dicha época y para ellos es normal dicha tecnología.

Ya inmersos en esta época procuramos estar a la altura de dichos avances y son muchos los que compran teléfonos celulares, televisores y computadores de última generación, además de acomodarnos a lo que esta tecnología nos impone, pues ya no es excusa no comunicarse con alguien por no estar en su casa y la llamamos a su celular, como tampoco es excusa no estar informados o no adquirir el conocimiento que nos haga falta, pues el Internet nos ofrece ríos de información y formación gratuita en casi todas las áreas del conocimiento, de igual manera, por ejemplo, muchas familias desarticuladas se han vuelto a unir al poderse contactar en cualquier lugar del planeta gracias a las redes sociales como Facebook.

Lo que muchos se niegan a aceptar es que la forma de criar o acompañar a nuestros hijos también debe evolucionar de acuerdo a las nuevas exigencias, y es así como encontramos familias, docentes y adultos en general que ciegos a las nuevas condiciones piden a los niños y adolescentes, u obediencia total o les dan la libertad absoluta para que resuelvan los retos que la vida les pone en el camino, siendo cualquiera de las dos errores que se deben evitar si no queremos adultos sin rumbo, deshonestos e incluso sin deseos de vivir. Un niño obviamente no tiene aún la madurez emocional ni neurológica para asumir ciertas situaciones y tomar decisiones, y un adolescente sin acompañamiento ni normas mínimas buscará, en su desespero por una guía, a quien le dé un sentido de vida, por lo que terminará escuchando a sus pares, a adultos que posiblemente aprovechen su vulnerabilidad o a cualquiera que mínimamente les escuche, y allí están las redes sociales, las padillas, los seguidores de algo; casi siempre algo sin sentido, que les darán lo que nosotros no.

Son muchos los adultos que irresponsablemente afirman que a los niños y adolescentes ya no se les puede reprender porque se pueden ver involucrados en situaciones ilegales, pero lo que hay que entender es que la mayor de las veces, si se orienta y acompaña, no tendremos que reprender, y en los casos que se deba reprender no hay argumentos que digan que golpear o maltratar verbal y psicológicamente mejore la situación. La prevención es la mejor alternativa que tenemos para enfrentar situaciones como el consumo de drogas, la explotación sexual, el acoso escolar y el suicidio, entre otros males, y lo acaban de confirmar los doctores Abhijit Banerjee (indio), Esther Duflo (francesa) y Michael Kremer (estadounidense); quienes recibieron el Premio Nobel de Economía 2019 por proponer un enfoque para combatir la pobreza, y cuya conclusión es que lo que hasta ahora hemos considerado como la solución, no lo es, pues hacer donaciones, brigadas, regalar comida o corregir situaciones ya dadas solo perpetúa los factores que sostienen la pobreza, en cambio ellos proponen un enfoque de prevención que tenga en cuenta el contexto y las necesidades reales, además de mejorar la calidad de la educación en relación a que sea aplicable a la realidad del estudiante.

Y esto se aplica al tema que discutimos en este escrito, la prevención es lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos, lo que no quiere decir que los llenemos de información sobre lo que es malo, sino que les ayudemos a identificar sus emociones y sentimientos, que los aprendan a expresar sabiendo que es bueno permitirse estar triste y que perder no es ser un perdedor, que aprendan a manejar su tiempo libre y sobretodo en soledad, que reduzcan los factores de vulnerabilidad y se fortalezcan como personas autónomas, que den por sí mismos un sentido a su vida. Para todo esto necesitamos ser adultos responsables y asumir la parte que nos toca, aceptar que no es el palo, pero tampoco la permisividad, sino la preparación, la escucha, el respeto por el otro lo que nos ayudará a guiar a estas personas que necesitan acompañamiento para explorar este mundo que tanto los intriga.




Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus

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