Asumir nuestra responsabilidad de guiar
Ya que procuramos
prepararnos para estar a la vanguardia de la tecnología para poder comunicarlos
con los demás y con el mundo, también es menester prepararnos para guiar a
nuestros hijos en medio de las exigencias que nos propone esta era de avances
tecnológicos y sociales. Excusarnos en la situación social, la economía, la
disponibilidad de drogas para los jóvenes, las modas y las tendencias, no nos
quita la responsabilidad que nos corresponde en la formación y acompañamiento
de nuestros hijos.
Gran parte de la
humanidad tiene una jerarquía de valores tal que la lleva a experimentar, como
consecuencia, vidas infelices y poco satisfactorias. Para todos es obvio que
acudimos a una era que ha cambiado la forma de pensar y de relacionarnos, y
casi todo esto tiene que ver con la tecnología digital; que viene a mejorar nuestro estilo de
vida en la salud, la educación, las comunicaciones, lo ambiental, el hogar, el
conocimiento y más. Y a este cambio, rápido por demás, nos hemos adaptado casi
todos, desde los más viejos a los menos viejos, para no hablar de las últimas
generaciones, pues nacieron ya inmersos en dicha época y para ellos es normal
dicha tecnología.
Ya inmersos en esta
época procuramos estar a la altura de dichos avances y son muchos los que
compran teléfonos celulares, televisores y computadores de última generación,
además de acomodarnos a lo que esta tecnología nos impone, pues ya no es excusa
no comunicarse con alguien por no estar en su casa y la llamamos a su celular,
como tampoco es excusa no estar informados o no adquirir el conocimiento que
nos haga falta, pues el Internet nos ofrece ríos de información y formación
gratuita en casi todas las áreas del conocimiento, de igual manera, por
ejemplo, muchas familias desarticuladas se han vuelto a unir al poderse
contactar en cualquier lugar del planeta gracias a las redes sociales como
Facebook.
Lo que muchos se niegan
a aceptar es que la forma de criar o acompañar a nuestros hijos también debe
evolucionar de acuerdo a las nuevas exigencias, y es así como encontramos
familias, docentes y adultos en general que ciegos a las nuevas condiciones
piden a los niños y adolescentes, u obediencia total o les dan la libertad
absoluta para que resuelvan los retos que la vida les pone en el camino, siendo
cualquiera de las dos errores que se deben evitar si no queremos adultos sin
rumbo, deshonestos e incluso sin deseos de vivir. Un niño obviamente no tiene
aún la madurez emocional ni neurológica para asumir ciertas situaciones y tomar
decisiones, y un adolescente sin acompañamiento ni normas mínimas buscará, en
su desespero por una guía, a quien le dé un sentido de vida, por lo que
terminará escuchando a sus pares, a adultos que posiblemente aprovechen su
vulnerabilidad o a cualquiera que mínimamente les escuche, y allí están las
redes sociales, las padillas, los seguidores de algo; casi siempre algo sin
sentido, que les darán lo que nosotros no.
Son muchos los adultos
que irresponsablemente afirman que a los niños y adolescentes ya no se les
puede reprender porque se pueden ver involucrados en situaciones ilegales, pero
lo que hay que entender es que la mayor de las veces, si se orienta y acompaña,
no tendremos que reprender, y en los casos que se deba reprender no hay
argumentos que digan que golpear o maltratar verbal y psicológicamente mejore
la situación. La prevención es la mejor alternativa que tenemos para enfrentar
situaciones como el consumo de drogas, la explotación sexual, el acoso escolar
y el suicidio, entre otros males, y lo acaban de confirmar los doctores Abhijit Banerjee (indio), Esther Duflo (francesa) y Michael Kremer (estadounidense); quienes
recibieron el Premio Nobel de Economía 2019 por proponer un enfoque para
combatir la pobreza, y cuya conclusión es que lo que hasta ahora hemos
considerado como la solución, no lo es, pues hacer donaciones, brigadas,
regalar comida o corregir situaciones ya dadas solo perpetúa los factores que
sostienen la pobreza, en cambio ellos proponen un enfoque de prevención que
tenga en cuenta el contexto y las necesidades reales, además de mejorar la
calidad de la educación en relación a que sea aplicable a la realidad del
estudiante.
Y esto se aplica al
tema que discutimos en este escrito, la prevención es lo mejor que podemos
hacer por nuestros hijos, lo que no quiere decir que los llenemos de
información sobre lo que es malo, sino que les ayudemos a identificar sus
emociones y sentimientos, que los aprendan a expresar sabiendo que es bueno
permitirse estar triste y que perder no es ser un perdedor, que aprendan a
manejar su tiempo libre y sobretodo en soledad, que reduzcan los factores de
vulnerabilidad y se fortalezcan como personas autónomas, que den por sí mismos
un sentido a su vida. Para todo esto necesitamos ser adultos responsables y
asumir la parte que nos toca, aceptar que no es el palo, pero tampoco la
permisividad, sino la preparación, la escucha, el respeto por el otro lo que
nos ayudará a guiar a estas personas que necesitan acompañamiento para explorar
este mundo que tanto los intriga.
Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo de Habitus
No hay comentarios:
Publicar un comentario