Procrastinación, adicción a la
recompensa inmediata
El temor al fracaso es algo que todos reconocemos y aceptamos como cierto, pero menos evidente y creíble es que existe en todos nosotros el temor al éxito, y postergar las cosas importantes es una de las formas más evidentes de este temor. Muchos saben qué deben hacer para triunfar y lograr sus más ambiciosos sueños, y a pesar de esto se niegan a iniciar una rutina que los lleve a este éxito, se niegan a generar la disciplina necesaria argumentando toda clase de pretextos, a esto se le llama procrastinar y es tal vez el factor más importante para fracasar en cualquier cosa.
Se comienza un nuevo día, una nueva semana y un nuevo año con un sin número de retos y
promesas, ideas racionales que pretendemos llevar acabo con el propósito de cumplir sueños y metas que contribuyan a nuestra
felicidad. Pero en este arduo camino para lograr estos objetivos se nos
interpone la necesidad de la gratificación o recompensa inmediata.
Nuestro cerebro comienza a reconocer y aceptar las
actividades más divertidas y más fáciles, el ver un partido de fútbol, el
revisar las redes sociales, o buscar la película de estreno son distractores
que en nuestro “aquí y ahora” generan
mayores niveles de satisfacción y placer inmediato, aparentemente positivos,
pero que contribuyen a procrastinar sueños, aplazar la idea de vivir mejor y sepultamos nuestros proyectos a
mediano y largo plazo. Se pospone porque se percibe como pesado, abrumador,
peligroso, difícil, aburrido, generando estrés al postergar lo importante para después,
le enseñamos a nuestro cerebro que si evitamos las tareas que contribuyen a
nuestra vida recibiremos más gratificación
instantánea y reforzamos el comportamiento de postergar.
El origen etimológico del término Procrastinar proviene del latín: "Pro" que significa adelante y "Crastinus" que hace referencia al futuro. La traducción más
correcta sería dejar para mañana aunque también la encontramos traducida
como postergar, posponer y aplazar lo
que se traduce como dar menos importancia a una situación o persona que espera,
y además, “dejar para después”, convirtiéndose en una adicción o hábito.
Procrastinamos constantemente en nuestra vida,
postergamos ir al banco, ir al médico, hacer ejercicio, iniciar hábitos
adecuados en nuestra alimentación, postergamos el inicio de un nuevo proyecto,
postergamos la entrega del informe, postergamos
terminar esa relación toxica por miedo a quedarnos solos, dejamos para ir a un
lugar en el momento en que están justo a punto de cerrar, pagamos los recibos
en el último día, o terminamos haciendo las tareas escolares o universitarias
la noche antes de entregarlas. Impedimos que nuestra vida mejore en diversos ámbitos, no
aprovechamos las oportunidad de mejorar
emocional y profesionalmente, no dejamos
nuestras adicciones, no resolvemos nuestros problemas familiares,
procrastinamos en compartir tiempo de calidad con nuestros seres queridos,
generando insatisfacción, inseguridad y estancamiento en nuestra vida encontrando
la excusa perfecta para darle prioridad a las cosas que no son tan importantes
en nuestra vida, ¿para qué? “No hay nada
más inútil que hacer de forma muy eficiente aquello que no debería hacerse en
absoluto” (Drucker. 2018).
Ahora nos
preguntamos: ¿por qué se fortalece la procrastinación en nuestras vidas? y ¿cómo desarmarla?, entre los diferentes
factores que contribuyen a que la procrastinación se fortalezca encontramos:
Falta de método
Evidenciado en la falta de orden, planificación, manejo inadecuado
de los horarios, el no reconocimiento de los factores que me llevan a
procrastinar, nuestra incapacidad de carácter para ser responsables con
nuestras obligaciones, inadecuado manejo de las nuevas tecnologías y dispositivos
electrónicos.
Falta de significado.
Postergamos
aquellas cosas que percibimos que no tienen tanto significado en nuestra vida,
como poco placenteras y que decidimos en el momento no verlas importantes
siendo relevadas por otras que se perciben gratificantes (redes sociales, una
película o dormir una “pequeña siesta” de 2 o 3 horas). La ausencia de motivación
y responsabilidad, la falta de un
refuerzo positivo nos lleva a reconocer únicamente lo que nos satisface en el
instante, lo latente, lo visible y lo palpable, para justificar la
procrastinación de las cosas que
realmente a mediano y largo plazo podrían cambiar nuestra vida
satisfactoriamente, logrando significados triunfos.
Inadecuado manejo del miedo.
El miedo al “¿qué
dirán?”, el miedo a emprender un proyecto y no saber si dará resultado, miedo al fracaso, el miedo a mostrar mis debilidades, miedo a las tareas que enfrentamos,
miedo a las cosas nuevas con resultados desconocidos.
¿Cómo reducir la procrastinación?
Es necesario en
un primer momento tener claridad qué es importante para nuestras vidas,
identificar y reconocer prioridades así como factores de riesgo que nos puedan
llevar a procrastinar, preguntarnos: ¿qué es lo peor que me puede pasar en mi
vida si sigo procrastinando?, se debe adquirir compromiso y responsabilidad en todos los
ámbitos de nuestra vida, optar por un entorno de trabajo sin distracción,
programar nuestros días por medio de pequeñas tareas a realizar, reforzar
positivamente el esfuerzo al iniciar la tarea, los pequeños avances, visualizarse
recibiendo la recompensa por hacer las cosas bien.
Reconoce los hábitos más apropiados para tu vida, busca la excelencia, Habitus proyecto social 8619 te
acompaña, justo ahora es el mejor momento,
busca
la transformación de emociones que generen pasión por la vida… si no es ahora,
entonces ¿cuándo?....
Alejandro
Vélez Giraldo
Trabajador
social y terapeuta en adicciones de Habitus.
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