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sábado, 13 de julio de 2019

Procrastinación, adicción a la recompensa inmediata


Procrastinación, adicción a la recompensa inmediata


El temor al fracaso es algo que todos reconocemos y aceptamos como cierto, pero menos evidente y creíble es que existe en todos nosotros el temor al éxito, y postergar las cosas importantes es una de las formas más evidentes de este temor. Muchos saben qué deben hacer para triunfar y lograr sus más ambiciosos sueños, y a pesar de esto se niegan a iniciar una rutina que los lleve a este éxito, se niegan a generar la disciplina necesaria argumentando toda clase de pretextos, a esto se le llama procrastinar y es tal vez el factor más importante para fracasar en cualquier cosa. 

Se comienza un nuevo día, una nueva semana  y un nuevo año con un sin número de retos y promesas, ideas racionales que pretendemos llevar  acabo con el propósito de  cumplir sueños y metas que contribuyan a nuestra felicidad. Pero en este arduo camino para lograr estos objetivos se nos interpone la necesidad de la gratificación o recompensa  inmediata.

Nuestro cerebro comienza a reconocer y aceptar las actividades más divertidas y más fáciles, el ver un partido de fútbol, el revisar las redes sociales, o buscar la película de estreno son distractores que en nuestro “aquí y ahora” generan mayores niveles de satisfacción y placer inmediato, aparentemente positivos, pero que contribuyen a procrastinar sueños, aplazar la idea de vivir mejor y sepultamos nuestros proyectos a mediano y largo plazo. Se  pospone porque se percibe como pesado, abrumador, peligroso, difícil, aburrido, generando estrés al postergar lo importante para después, le enseñamos a nuestro cerebro que si evitamos las tareas que contribuyen a nuestra vida recibiremos más gratificación  instantánea y reforzamos el comportamiento de postergar.

El origen etimológico del término Procrastinar proviene del latín: "Pro" que significa adelante y "Crastinus" que hace referencia al futuro. La traducción más correcta sería dejar para mañana aunque también la encontramos traducida como postergar, posponer y aplazar lo que se traduce como dar menos importancia a una situación o persona que espera, y además, “dejar para después”, convirtiéndose en una adicción o hábito.

Procrastinamos constantemente en nuestra vida, postergamos ir al banco, ir al médico, hacer ejercicio, iniciar hábitos adecuados en nuestra alimentación, postergamos el inicio de un nuevo proyecto, postergamos la entrega del informe, postergamos terminar esa relación toxica por miedo a quedarnos solos, dejamos para ir a un lugar en el momento en que están justo a punto de cerrar, pagamos los recibos en el último día, o terminamos haciendo las tareas escolares o universitarias la noche antes de entregarlas. Impedimos que nuestra vida mejore en diversos ámbitos, no aprovechamos las oportunidad de mejorar emocional y profesionalmente, no dejamos nuestras adicciones, no resolvemos nuestros problemas familiares, procrastinamos en compartir tiempo de calidad con nuestros seres queridos, generando insatisfacción, inseguridad y estancamiento en nuestra vida encontrando la excusa perfecta para darle prioridad a las cosas que no son tan importantes en nuestra vida, ¿para qué? “No hay nada más inútil que hacer de forma muy eficiente aquello que no debería hacerse en absoluto” (Drucker. 2018).

Ahora nos preguntamos: ¿por qué se fortalece la procrastinación en nuestras vidas? y ¿cómo desarmarla?, entre los diferentes factores que contribuyen a que la procrastinación  se fortalezca encontramos:

Falta de método
Evidenciado en la falta de orden, planificación, manejo inadecuado de los horarios, el no reconocimiento de los factores que me llevan a procrastinar, nuestra incapacidad de carácter para ser responsables con nuestras obligaciones, inadecuado manejo de las nuevas tecnologías y dispositivos electrónicos.

Falta de significado.
Postergamos aquellas cosas que percibimos que no tienen tanto significado en nuestra vida, como poco placenteras y que decidimos en el momento no verlas importantes siendo relevadas por otras que se perciben gratificantes (redes sociales, una película o dormir una “pequeña siesta” de 2 o 3 horas). La ausencia de motivación y responsabilidad, la falta  de un refuerzo positivo nos lleva a reconocer únicamente lo que nos satisface en el instante, lo latente, lo visible y lo palpable, para justificar la procrastinación de las cosas que  realmente a mediano y largo plazo podrían cambiar nuestra vida satisfactoriamente, logrando significados triunfos.

Inadecuado manejo del miedo.
El miedo al “¿qué dirán?”, el miedo a emprender un proyecto y no saber si dará resultado, miedo al fracaso, el miedo a mostrar mis debilidades, miedo a las tareas que enfrentamos, miedo a las cosas nuevas con resultados desconocidos.

¿Cómo reducir la procrastinación?
Es necesario en un primer momento tener claridad qué es importante para nuestras vidas, identificar y reconocer prioridades así como factores de riesgo que nos puedan llevar a procrastinar, preguntarnos: ¿qué es lo peor que me puede pasar en mi vida si sigo procrastinando?, se debe adquirir compromiso y responsabilidad en todos los ámbitos de nuestra vida, optar por un entorno de trabajo sin distracción, programar nuestros días por medio de pequeñas tareas a realizar, reforzar positivamente el esfuerzo al iniciar la tarea, los pequeños avances, visualizarse recibiendo la recompensa por hacer las cosas bien.

Reconoce los hábitos más apropiados para tu vida, busca la excelencia, Habitus proyecto social 8619 te acompaña, justo ahora es el mejor momento, busca la transformación de emociones que generen pasión por la vida… si no es ahora, entonces ¿cuándo?....

Alejandro Vélez Giraldo
    Trabajador social y terapeuta en adicciones de Habitus.

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