La ironía no vivir por
el miedo a la muerte
Para muchos es
claro que sin la vejez la juventud no tendría su sentido, y que sin la muerte
la vida sería algo sin mayor valor. La muerte hace parte de la vida, y es algo
que incluso nos puede otorgar más ganas de vivir dejando un legado de servicio, puede ser un incentivo pensar lo que queremos sentir en nuestro lecho de
muerte o qué será lo que dejemos en los corazones de otros al irnos, y así
vivir cada día con el deseo de hacer felices a otros siendo felices nosotros.
Imaginemos que estamos
a bordo de un barco y nos disponemos a hacer un recorrido por un lago, una
bahía o en fin, un lugar turístico, y que nuestro destino final será el mismo
puerto del que vamos a partir, pues se trata de un tour turístico. Y que el capitán
del navío entonces por un altavoz proceda a hacernos un relato del recorrido
antes de partir para que conozcamos el itinerario, y al terminar su discurso nos
diga que ya que nuestro destino final será el mismo puerto en el que estamos,
entonces que procedamos a desembarcar pues de todos modos terminaremos allí. Ridículo,
¿verdad?, y aun así es la forma exacta en que pasan su vida la mayoría de las
personas. Muchas personas “viven” sin disfrutar lo que tienen, lo que
son o de la compañía de los suyos, por miedo a lo que podría pasar mañana, a
perder lo que tienen o a la muerte, y en esa angustia permanente dejan ir sus
vidas en un desperdicio total donde su sentimiento más presente es el miedo.
La vida tiene
más lógica cuando podemos reconocer que hemos superado dificultades, cuando
hemos dejado legado en la vida de otros por el servicio que hemos prestado. Esa
vida tiene más sentido cuando la hemos disfrutado con todo lo que viene, porque
hasta el dolor tiene sentido y nos enseña a vivir mejor.
Entender los fracasos,
las pérdidas y la muerte como algo normal, como parte de la vida, es algo
fundamental y que todos deberíamos tener claro, ya que nos permite disfrutar de
la vida incluso cuando pasamos por situaciones que de otro modo nos parecen tragedias
sin remedio y con ello las prolongamos en el tiempo percibido por nuestra mente
enferma, así se hayan superado ya. La vida tiene más lógica cuando podemos
reconocer que hemos superado dificultades, cuando hemos dejado legado en la
vida de otros por el servicio que hemos prestado. Esa vida tiene más sentido cuando
la hemos disfrutado con todo lo que viene, porque hasta el dolor tiene sentido
y nos enseña a vivir mejor.
Según el filósofo Bertrand Russell: “Una existencia humana individual debería ser
como un río: al principio, pequeña, estrechamente limitada por las márgenes,
fluyendo apasionadamente sobre las piedras y arrojándose por las cascadas.
Lentamente el río va haciéndose más ancho, las márgenes se apartan, las aguas corren
más mansamente y, por último, sin ningún sobresalto visible, se funden con el
mar y pierden, sin dolor, su ser individual. El hombre que, en su vejez, sea
capaz de considerar su vida de esta manera, no sufrirá el temor a la muerte,
pues las cosas que él estima seguirán existiendo”. (Extracto de Ensayo
publicado en el año 1960, y recopilado en el libro "Retratos de memoria y otros ensayos"), es decir, para
nosotros la vida con el tiempo debe convertirse en algo menos personal y más
comunitario, una persona que tiene sentido de vida comprende que el servicio a
los demás y dejar un legado es la fuente más profunda de la felicidad, si bien
no es algo que se entienda mucho en la niñez o la adolescencia, si tiene más
claridad para nosotros al ir entrando a la adultez y mucho más en la vejez.
La vejez y la
muerte son inevitables, pero vivir la vida es una opción, pues puedes morir de
viejo sin darte cuenta de que vivías.
No comprender esto es
fuente de amargura e infelicidad, lo cual se ve reflejado en aquellas personas
que viven su juventud en virtud de lo que sentirán cuando sean más grandes y
tengan más posesiones, pero cuando llegan a esa edad pierden sus días amargados
pensando en la muerte y cómo evitarla, aferrados a una juventud que no existe,
a épocas que ya pasaron, y centrando todas sus energías en esquivar lo que no
quieren: la muerte, dejando de disfrutar lo que tanto aprecian: la vida.
La vejez y la muerte
son inevitables, pero vivir la vida es una opción, pues puedes morir de viejo
sin darte cuenta de que vivías. Como en el ejemplo con el que iniciamos este
artículo, podemos empezar y terminar nuestra vida angustiados por el momento en
que nos iremos, o podemos disfrutar todo lo que se nos presenta y agradecer la
oportunidad que hemos tenido de estar vivos y pasar por todo lo que
experimentamos, como lo que es: una aventura que tal vez no volvamos a sentir.
Iván Rendón Giraldo
Psicólogo de Habitus
Es necesario disfrutar de cada momento de la vida 😉😄😄
ResponderEliminarExcelente ...la vida no es sino una y hay que vivirla plenamente.
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