Algunas luces en una inmensa oscuridad
Ilustración: Danyela Ximena Tabares, estudiante UTP
En un lugar que se caracterice por la oscuridad
(o ausencia de luz), encender pequeñas luces diseminadas es más un acto de
decoración que de corrección. Para disipar la oscuridad se debe ingresar al
sitio con luces lo suficientemente grandes o numerosas como para transformar el
sitio y los que allí se encuentran. El Sistema de Responsabilidad Penal de
Colombia precisa de luces grandes y permanentes que en verdad involucren al
usuario y lo lleven a experimentar lo que nunca antes logro vivir. Es la única
manera en que un ser humano se transforma: a través de la experiencia de la
emoción.
Hace ya algunos años
leía en un periódico nacional como una magnífica idea de Colciencias fracasaba rotundamente por haber sido mal planeada.
Dicha idea consistía en ofrecer a los científicos colombianos que estaban en
otros países, propuestas de trabajo en investigación para que regresaran a
Colombia, y así recuperar aquellos “Cerebros Fugados”. Seguramente esta idea
hubiera logrado que nuestro país diera los primeros pasos para dejar de ser un
país en vías de desarrollo, pero fue un rotundo fracaso, ya que a los
científicos que regresaron no se les cumplió la promesa y sólo muy pocos están
vinculados laboralmente en este momento, el resto están sin trabajo y
arrepentidos por haber dejado sus puestos en empresas multinacionales o en
otros gobiernos, con honorarios soñados y futuros promisorios. Muchos de ellos
volvieron a migrar, es decir, dejamos fugar dos veces a varios súper cerebros.
Esta noticia me dejó un sabor a improvisación, lo cual sorprende si pensamos
que estamos hablando de una entidad de mucho prestigio, y de una oportunidad
inmensa para que el país iniciara en verdad a invertir en lo que debe invertir:
educación e investigación, una oportunidad que dudo mucho que se pueda repetir,
pues lo más probable es que estos “Cerebros Fugados” no vuelvan a creer en
promesas del gobierno para regresar a su país.
Lastimosamente parece
ser que no es la única improvisación que este país hace con temas que tienen
que ver con su desarrollo y su futuro, pues es normal que ejemplos como el
mencionado se experimenten en otros ámbitos, como en el Sistema de
Responsabilidad para Adolescentes (SRPA), en el cual; de acuerdo a la Ley
1098/2006 y a algunos acuerdos internacionales que Colombia ha suscrito en este
sentido, es de gran importancia que con estos Adolescentes se busque trabajar
en la evolución de su consciencia a través del acercamiento a la comunidad y de
Prácticas Restaurativas. Esto implica que con los usuarios del SRPA se generen
ideas y estrategias que les permitan re-significar su relación con la sociedad
y en algunos casos con sus víctimas, estos espacios pueden llevar a que los
adolescentes que han cometido delitos asuman sus faltas, acepten la sanción
impuesta y resarzan el daño cometido a la sociedad o a las víctimas
directamente (en los casos que se puede hacer).
Suena maravilloso, y de
hecho debe serlo, pero es preciso que para ello exista una mejor preparación de
las Entidades del Estado que deben acompañar estas experiencias. Pero es aquí
donde se me antoja a improvisación, pues al plantear ideas para llevar a cabo
los acercamientos a la comunidad o las prácticas restaurativas, aparecen las
grietas que no se tuvieron en cuenta al principio y que nunca se han reparado.
Es común ver que ideas para que grupos de usuarios privados de la libertad
salgan a realizar trabajos comunitarios, a compartir experiencias, a exponer su
arte, a interactuar con comunidades, entre otras, sean truncadas por falta de
estructura del SRPA, personal insuficiente (para hacer la custodia) o falta de
recursos, cuando no es que nos encontramos con funcionarios públicos que poco
creen en estos procesos o que no tienen la vocación necesaria.
A pesar de exigir que
se realicen experiencias innovadoras que involucren a la comunidad, parece ser
que se nos hemos olvidado de suministrar a los Entes del SRPA los recursos
necesarios para dar respuesta a estas prácticas, haciendo que nos debamos
conformar con lo mismo de siempre y que con los usuarios privados de la
libertad se innove lo menos posible para evitar frustraciones.
Nuestra sociedad, y en
especial los jóvenes vulnerables de este país, han experimentado injusticia,
desigualdad, falta de oportunidades, educación mediocre y una guerra rancia, es
decir, una ausencia de luz que enferma, y es claro que no saldremos de ella
insistiendo en lo mismo, improvisando en lo importante. Es importante que
innovemos en lo social, que entendamos que es a través de la emoción y la
experiencia que podemos fortalecer a nuestros jóvenes. No es con teoría (como
lo han hecho los colegios por más de 100 años), o encerrando al ser humano tras
rejas que mejoraremos al otro. Definitivamente es facilitando experiencias
diferentes, tocando la emoción, haciendo que encienda su luz y que confíe en
ella, que confíe en él y en su poder para iluminar el mundo al lado de otros.
Si no despertamos y
dejamos de improvisar, es muy probable que las grandes ideas de cerebros
talentosos de jóvenes y de los adultos que con ellos trabajan, resulten siendo
como algunas luces en una inmensa oscuridad que terminan por apagarse sin que
nadie lo note.
Iván Rendón Giraldo.
Psicólogo
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